La casera enviciada (2/4) - Relatos Eróticos

La casera enviciada (2/4)

... escalofrío recorrió mi columna vertebral.

- “Ahora gatea por el pasillo y espérame junto a la cama.”

Me volví hacia Anna, creyendo que había escuchado mal... Sin embargo, cuando ella se inclinó hacia adelante y colocó sus manos sobre la alfombra , comprendí que había escuchado bien... Luego comenzó a gatear en dirección al pasillo.

Por un momento dudé... Luego, la seguí... Me sentí muy ridícula... Y para empeorar las cosas, sabía que Ewan estaba parado directamente detrás de mis nalgas... Podía imaginar la vista que le estaba ofreciendo y me encontré sonrojándome aún más.

Como un cachorro, seguí a Anna por el pasillo hasta la habitación... Se arrodilló frente a la cama y yo no dudé en hacer lo mismo.

Nos arrodillamos y esperamos... Quería preguntarle a Anna qué nos iba a pasar, pero estaba demasiado asustada para hablar en caso de que incurriera en la ira de Ewan... Así que esperamos en silencio y me dio tiempo para reflexionar sobre cómo me sentía.

Estaba llena de temor, pero también muy excitada y cuya intensidad iba aumentando... Tuve que trabajar duro para calmar mi respiración.

No tenía idea de cuánto tiempo que pasamos arrodilladas junto a la cama, hasta que finalmente escuché a Ewan entrar en la habitación… Contuve el aliento.

- “¿Quién debe ser castigada primero?”

Lo dijo de forma que parecía casi cortés… Yo seguí aguantando la respiración.

- “Creo que debería ser castigada la primera, señor”, respondió Anna.

- “Arrodíllate en la cama... Sabes cómo quiero que te pongas”, le dijo Ewan.

Levanté la vista para ver a Anna subir a la cama, arrodillarse con las nalgas en el aire y la cabeza apoyada en la cama… Luego arqueó la espalda hacia abajo, lo que apretó los glúteos y los empujó aún más hacia fuera.

- “¿Estás mojada?

Era una pregunta muy íntima que Ewan le preguntó a Anna que me hizo sonrojar y volví a mirar la alfombra.

- “Sí, señor” ... Anna no dudó en responder.

- ¿Un poco mojada o mojada como una puta?, continuó Ewan con su investigación verbal.

- “Mojada como una puta, señor.”

- “Al menos eres una puta honesta”, se rió Ewan en voz baja.

- “¿Por qué te castigo?

- “Porque permití que Lian me tocara los pechos sin su permiso, señor.”

La mención de mi nombre y lo que le hice me hizo cerrar los ojos con vergüenza.

Me sorprendió cuando Anna dejó escapar un fuerte jadeo de dolor… Instintivamente abrí los ojos y miré hacia arriba… Un verdugón rojo cubría ambas nalgas… Miré a Ewan a tiempo para ver el segundo golpe que le daba... Tenía el látigo largo en la mano, el mismo que había usado en Anna la segunda vez que presencié su castigo.

Anna gruñó cuando recibió el segundo golpe... Tenía la boca abierta y estaba respirando entrecortadamente… Mis ojos estaban como magnetizados siguiendo el movimiento del látigo.

Observé los seis golpes del látigo subiendo y bajando sobre las hermosas nalgas tiernas de Anna… Podía escuchar a Anna sollozar.

Cuando se arrastró fuera de la ...