Mi nuera consiguió de mi lo que nadie mas - Relatos Eróticos

Mi nuera consiguió de mi lo que nadie mas

... un cariño enorme a pesar de no ser mi hijo biológico. Después de dejarme hablar durante unos minutos, tomó las riendas de la conversación.

—Tu estilo de dirección es muy individualista. ¿Por qué no organizas un consejo con el que te reúnas cada semana, aunque acabes haciendo lo que parezca?

Aprovechando su profesional, a la vez que cariñosa forma de enfocarlo, di rienda suelta a mis secretos, apareció mi desasosiego al perder a mi padre, a la edad de Andrés, volcándome en el trabajo, como refugio ante la no aceptación de su muerte, olvidándome un poco de Catalina y de amigos. Viví una sensación de barco a la deriva que produjo mi aislamiento durante los primeros días de verme solo frente a la empresa. Compartí con ella las incógnitas que veía en el futuro de la empresa, por primera vez en mucho tiempo sentía que tenía con quién desahogarme

—Estás en un proceso previo a una depresión, que solo tu fortaleza impide que aparezca. Necesitas desconectar —opinó con tacto.

Parecía que un duendecillo interno quería convencerme de que abandonara la lucha diaria, en un sentido hedonista, y un yo responsable, tiraba de mí en sentido contrario, para seguir luchando por la empresa. Sin darme cuenta, me fui sintiendo cómodo con la conversación, olvidándome por un momento de parentescos, confundiendo mis sentimientos entre la admiración por la empleada hábil, y el deseo de la mujer sensual.

No sabía si estaba siendo parte de un plan concebido por esa mente brillante, que me estaba dirigiendo, pero no podía tirarme a la piscina sin comprobar la profundidad del agua. Yo estaba deseando que ocurriera algo, solo necesitaba encontrar una vía de escape por si patinaba.

—Dime la verdad. ¿Cuándo has sabido el retraso del vuelo? —pregunté directamente.

—Ayer.

—¿Por qué lo has hecho? —tenía que saber sus intenciones.

—Quería poder hablar contigo como amigos, lejos de la empresa y de la familia. Y ... —se quedó callada.

—¿Y?

—No puedo negar que también me producía morbo.

—¿Te está pareciendo morbosa la noche? —pregunté dubitativo—. Técnicamente no somos familia de sangre —ni siquiera Andrés era de mi sangre.

—Me siento bien, estoy conociendo más al hombre, no al padre de Andrés… Hace mucho que nadie llama mi atención.

—Eso es señal de que no lo necesitas.

—O que tengo muy altas expectativas. Y tú cumples muchas —se quedó callada—. En el pueblo, me siento embrutecida.

Deseaba avanzar y me sentía inseguro. Yo era el padre de su marido, y ella además de nuera, una buena amiga de mi mujer.

—¿Sorprendido?

—Me ha sorprendido la naturalidad con la que lo dices. ¿No estarás confundiendo admiración con deseo? —Quería ser franco, sin renunciar al momento.

—Para mí, si no se da la admiración, el deseo no sube. Y en nuestro entorno hay poca gente digna de admirar —me dijo mirándome a los ojos.

—Me siento inseguro y no es habitual en mí —confesé.

Julia había tenido que ir sorteando dificultades a lo largo de su vida, hasta ...