1. Mi nuera consiguió de mi lo que nadie mas


    Fecha: 22/09/2019, Categorías: Incesto Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos

    ... Julia, con la que mantenía una cariñosa relación, a que se viniera a casa. En esa época del año, nuestra casa era un paraíso e invitamos a otros amigos a una barbacoa en la piscina.
    
    Ese día vino Luis Sanchez, un bodeguero con una importante empresa vinícola, y Pedro Oliva, el alcalde de la ciudad, ambos con sus esposas. Me llamaba la atención la seguridad de mi nuera ante personas consideradas importantes en la sociedad de la zona. Ella, que hubiera destacado entre mujeres de su edad, ante señoras de más de cincuenta años, parecía una modelo de cine. Su melena castaña, enmarcaba una cara delgada, con pómulos destacados, que no precisaba de maquillaje. Respondía a ese canon de belleza discreta que gusta más a medida que la vas conociendo. Su cuerpo mediano, era perfecto. Su pecho era discreto, pero su conjunto era maravilloso. De alguna manera me recordaba Catalina a su edad, pero Julia carente de la clase de cuna de mi esposa, le añadía personalidad, fuerza. Y un punto de mala leche cuando se le pinchaba.
    
    —¿Para cuando os decidiréis a aumentar la familia?
    
    —Cuando el jefe de Andrés, le dé un respiro—me soltó la condenada—. La vitalidad de los espermas se lleva mal con el stress.
    
    —Yo no soy culpable del Brexit, de Rusia, de la subida del gas. Pero si necesitáis unas horas de permiso, como las lactantes, hablaré con Personal.
    
    —Todo llegará. Y si te preocupa tanto el tema, este verano, olvidado de la empresa, le obligaré a hacer extras nocturnas.
    
    —Si tienes que obligarlo, malo.
    
    Al verla en bikini pensé que, si los espermas de mi hijo no eran activos, yo podría transferirle unos buenos. Pero no por el método moderno, sino por el clásico.
    
    Tenía asuntos que resolver en el Puerto de Alicante, y me alegré cuando Julia quiso acompañarme para recoger a Andrés que regresaba de Londres vía Alicante. Desde hacía tiempo me había concentrado en el trabajo, evitaba ya los viajes solo, que tan frecuentes fueron, en los que a veces salía a tomar una copa al llegar la noche, y aún era capaz de ligar. Es verdad que ninguna mujer llamó mi atención seriamente, de la misma forma que era verdad que no daba oportunidad a que me la llamaran. Solamente ocurrió una vez, con una doctora catalana, la única mujer que pudo significar algo en este tiempo. Pero no podía ser débil, y rompí con ella mientras aún tenía fuerza para hacerlo.
    
    Recogí a Julia en su casa. Su aspecto deportivo, con zapatillas tenis, vaquero ajustado, camisa blanca con los puños subidos, y un jersey azul anudado al cuello presentaban a una mujer muy natural. Era curioso que los primeros años de la compañía conocía hasta que pie calzaba cada empleado. Ahora, con más de ochenta personas en las oficinas, reconocía un distanciamiento respecto del trato humano inicial.
    
    Durante el camino fuimos hablando de temas de la empresa, que me sorprendió por la información que poseía y la claridad con la que exponía su opinión.
    
    —Has progresado mucho, Julia. Al calor de la pasta, has ...
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