1. Un verano en Cachagua.


    Fecha: 21/07/2024, Categorías: Incesto Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... prácticamente extraños, entonces entendí que quizás él no asumía que éramos familia y podía mirarme con ojos diferentes. Además, a su edad las hormonas se despiertan y acarrean comportamientos anómalos y cachondos, mucha masturbación, pensé. De hecho, me sentí halagada y complacida de ser admirada por sus joviales y ávidos ojos de muchacho.
    
    Obviamente no estoy como para tirar a la basura. Mantengo una figura delgada, soy una de las más altas de mi familia con un metro y ochenta, peso sesenta y cinco kilos, gracias al yoga y a la gimnasia mi trasero se mantiene firme y redondeado, quizás mis senos un poco caídos por amamantar a mi hijo por casi dos años y mis voluminosas masas carnosas, uso talla cuarenta copa “C”. No soy tan joven, pero me encuentro bien y al ver como un joven chico trata de adivinar mis medidas, me rio para mis adentros.
    
    Andrés comienza a pasarme la ropa y yo la voy acomodando en los cajones, sin embargo, eso requiere que yo me agache en los cajones más bajos y esto significa que mi bata se levanta y dejo ver tal vez más de lo necesario, ciertamente mis muslos ya están a la vista, pero al inclinarme un poco hacia adelante, quizás pueda ver algo más. ¡Qué demonios! ¡Paciencia! ¡No puedo hacer nada más! Esto sucede por la costumbre de vivir casi sola y sin nadie en casa. Terminamos, agradezco a Andrés por su ayuda y le digo que puede irse, con el recado de decirle a su madre que bajaré en unos minutos para cenar.
    
    Nos sentamos en cinco a la mesa. Maribel y yo a un lado, Mauricio de cabecera de mesa y los dos chicos frente a nosotras. La cena fue excelente, conversamos un poco de esto y aquello, los chicos hablaron de sus estudios y los escándalos protagonizados por algunos chicos organizando fiestas durante la pandemia. Maribel se lamenta de su soledad cuando los chicos están al colegio. Hablamos un poco a turno, prescindiendo de que la charla resultaba bastante amena, me doy cuenta de qué Andrés esta particularmente afásico y continúa mirándome casi a desnudarme con sus ojos, claro que por un lado me siento halagada, pero por otro me da un poco de vergüenza. Noto que le cae un cubierto a tierra y se agacha bajo la mesa a recogerlo, pero se demora un poco mucho, al cabo de unos minutos repite la acción y ahora es el turno de la servilleta, creo que lo hace para mirar mis piernas, quizás debí haberme puesto bragas.
    
    Inesperadamente esto me provoca un poco de intriga, ternura y también una cierta excitación, entonces la próxima vez que deja caer otro utensilio, subo un poco mi falda y abro bien mis piernas para que pueda ver todo, quiero ver su reacción. Al alzarse repentinamente, se da un cabezazo en el borde de la mesa y se alza completamente ruborizado, luego me da una intensa mirada antes de agachar su cabeza y continuar a comer apresuradamente.
    
    Ahora estaba completamente segura, después de haberme espiado en mi habitación y en el baño, lo había seguido haciendo debajo de la mesa. Mi sobrino apreciaba mis dones ...
«1234...17»