Malditas Tentaciones I. Peligro - Relatos Eróticos

Malditas Tentaciones I. Peligro

... perturbado volvían a aparecer.

-Ya está sucedido, pero tomará cinco minutos que esté listo - dijo ya cuando llegó a la barra.

-Ok, no hay problema. Muchas gracias - mi agradecimiento no era solo por formalidad, en realidad su objetivo era lograr que ese sujeto se alejará.

Pero no logré nada, ese hombre se mantuvo fijo junto a la barra con su mirada sujeta a la mía. Era un concurso de miradas que estaba destinado a perder, pero yo no era de los que perdía y me sobrepuse a todo lo que ese extraño provocaba en mí. Mi mirada no se alejo, acepté el reto de miradas que podía no significar nada pero que en mi cabeza era la batalla definitiva. Finalmente una sonrisa de su parte terminó todo y sentí que el ambiente se relajo.

-¿Vienes mucho por acá? - me extrañó su pregunta.

-Pues desde hace algunas semanas si, me encanta la comida - contesté a ese sujeto bajando poco a poco mis defensas. - Además la atención es muy buena.

En su cara se dibujo una sonrisa pícara, pero obviamente no hablaba de él.

-José es muy amable con todos sus clientes - sentí la necesidad de aclarar que no me refería a él.

-Yo también lo puedo ser.

-Oh, claro. Mmm, por cierto me dijeron que José no está trabajando, ¿le pasó algo? - pregunté genuinamente preocupado y con la intención de desviar la conversación.

-No tranquilo, no le pasó nada, mi abuelo solo está de vacaciones.

-¿Tu abuelo? - ahora me daba cuenta, con razón la mirada se me hacía tan familiar, eran los mismos ojos del amable dueño del restaurante, aunque me provocarán sensaciones diferentes. - ¿No serás Albertico?

-Jajaja, Alberto, solo mi abuelo me dice de Albertico - comentó divertido.

-Ah lo siento, cuándo tu abuelo me hablaba de tí pensé que eras más chiquito - Alberto me dedicó una mirada ente confundida y divertida.

-Pues te puedo asegurar que soy bastante "grande" - sus palabras me descolocarón por un momento.

-Jajaja - intente quitarle importancia a sus palabras - me refería a que pensé que eras mucho más joven, tu abuelo hablaba de ti como si fueras un niño.

-Entiendo, pero te puedo asegurar que hace rato dejé de ser un niño.

-Se nota - las palabras salieron de mí sin pensar.

Una sonrisa fue su única respuesta, una sonrisa que decía más que cualquier palabra pero que no iba a dejar que me afectará.

-Tardará mucho más la comida - pregunté ansioso por escapar.

-No creo - respondió sin dejar de mirarme. - ¿Tienes que ir a algún sitio?

-No, solo quiero llegar a casa, el trabajo me agotó - le expliqué.

-Ah cierto, el niño bueno tuvo un día largo en los juzgados - me dijo divertido.

Lo miré extrañado, definitivamente había escuchado mi conversación con Michael. Traté de recordar si había dicho algo embarazoso cuando estaba al teléfono pero no pude recordar. Sólo atiné a sonreír un poco incómodo, me sentía en desventaja era como si de pronto Alberto tuviera una ventaja sobre mí.

-Ah, escuchastes mi conversación de antes.

-Lo siento, no pude ...