Malditas Tentaciones I. Peligro - Relatos Eróticos

Malditas Tentaciones I. Peligro

Otro día en los juzgados, el trabajo me tenía agotado después de un día sin parar en los tribunales. Desde muy pequeño supe que ser abogado era mi vocación, sabía el sacrificio que implicaba pero también la satisfacciones que traía cuando lograba hacer de este mundo un lugar más justo. Actualmente era abogado de oficio, hacía poco que me había graduado en la universidad y me tocaba defender a personas que no contaban con los recursos para nombrar un abogado defensor en asuntos penales. Justamente hoy había logrado que el juez absolviera a un muchacho de 18 años de un delito de robo con violencia y me sentía más orgulloso que nunca.

Ya era tarde cuando terminé, eran cerca de las 8 de la noche y podía sentir el cansancio apoderándose de todo mi cuerpo. Decidí pasar por un restaurante que se encontraba de camino a mi apartamento y encargar algo de comida para llevar. Era un pequeño restaurante de comida cubana, lo había descubierto hacía unas semanas y la verdad me había vuelto adicto a la comida; quizás porque me recordaba a la forma de cocinar de mi mamá. Encontrar en Miami lugares de comida cubana era fácil, pero ninguno me había cautivado tanto como este pequeño restaurante. Al entrar el olor de la comida me golpeó, fue como una ola de pura energía que inmediatamente me puso a salivar, no pensé que estuviese tan hambriento. Mire a la barra tratando de encontrar a José, el dueño del pequeño restaurante y quien siempre me atendía pero no lo vi en el lugar. Era extraño, siempre estaba ahí con su cálida sonrisa y sus ojos verdes; la verdad siempre pensé que debió ser un hombre muy guapo en su juventud pues aún con 65 años se podía notar.

La pequeña barra donde siempre veía a José en la recepción se encontraba vacía, era la primera vez que la encontraba así. Miré a mi alrededor intentando encontrarlo pero no tuve suerte, por suerte si vi a una camarera que atendía a los clientes que se encontraban cenando en el lugar. Con una de mis manos le hice seña a la muchacha quien al divisarme se me acercó, era una muchacha de cerca de 23 años con el pelo y los ojos negros.

-Buenas noches. Bienvenido al restaurante El Mesón. - me dijo con un tono muy amable - ¿Quiere una mesa?

-Hola. No, muchas gracias, la verdad solo vengo por comida para llevar pero no encuentro a José - dije mientras volteaba a ver nuevamente a la barra que aún continuaba vacía.

-Oh ya, entiendo - respondió mirando en la misma dirección que yo lo hacía - José no sé encuentra trabajando hoy, pero enseguida vendrá alguien a atenderlo.

-Ok, muy amable Mónica- dije mientras leía su nombre en la etiqueta que tenía en una esquina de su camiseta.

Después de dedicarme una amable sonrisa la camarera se retiró a seguir con sus labores y yo me acerqué a la barra a esperar que me atendieran con la duda de por qué José no estaría trabajando. En las semanas que llevaba frecuentando el lugar siempre lo había visto en su puesto de trabajo e incluso el mismo se jactaba de que desde ...