Sobrino en casa [Cap. 2] - Relatos Eróticos

Sobrino en casa [Cap. 2]

CAPÍTULO 2: DESCARO

Tras amanecer un nuevo día, la ebriedad del sueño me llevó a pensar, equívocamente, que aquel sería un largo y solitario día, pero el sonido de las zambullidas de Lucas en la piscina me recordó que aquel verano iba a tener una sustanciosa novedad: la estancia de mi sobrino. Lo que no se salía de lo establecido era la ausencia, de buena mañana, de mi sigiloso marido que se había marchado bien temprano al trabajo.

Me di una larga ducha y me vestí con algo apropiado antes de dirigirme a la primera planta donde me topé con mi sobrino. Este, se había cansado del chapuzón matutino y se encontraba semitumbado en el sofá, viendo unos dibujos.

—¿Qué haces?

—Pues nada, aquí, viendo una serie.

—¿De dibujos?

—Sí, ¿Qué pasa? No todos los dibujos son para niños.

—Ya lo veo ya. Menudas mujeres han pintado, y mira como les botan las tetas.

—Es anime. Los japoneses son así. Si quieres podemos verla juntos desde el principio.

—No te voy a engañar: no me entusiasma la idea.

—Abre tu mente. Tiene una trama brutal y me apuesto lo que quieras a que no te dejaría indiferente.

—Bueno, a lo mejor le doy una oportunidad, algún día. Por cierto, te dije que hoy te ocuparías de la casa, ¿recuerdas?

—¿Iba en serio? ¿Te vale si preparo de nuevo la comida?

—Está bien. Pero mañana no te libras de limpiar.

Lucas mostró sus limitados dotes culinarios y elaboró un rico plato de arroz a la cubana. En esta ocasión, pusimos más foco en nuestra conversación que en lo que nos ofrecía la televisión.

—¿Y qué vas a hacer esta tarde? ¿Te vas a volver a dar un baño? Aprovecha que, con el día que hace, sienta de lujo.

—Pues no lo sé. A lo mejor me doy un baño, sí, y tal vez después sigo con la serie.

—Parece que estás enganchado a esa serie.

—No te lo niego... y además han estrenado nueva temporada hace poco y llevaba mucho tiempo esperándola.

—Al final no está resultando ser un castigo, ¿verdad?

—Tampoco tengo muchas alternativas, pero no me quejo. Eso sí, echo en falta viciarme a la consola, pero imagino que no tendrás ninguna por aquí.

—Como no te descargues algún juego en la tablet... Aunque podemos jugar a algo juntos si quieres.

—¿Y qué tienes para jugar?

—Pues los típicos juegos de mesa: cartas, dominó, ajedrez, damas, dados... Tu tío y yo no somos muy de juegos.

—Juegos de abuelos... aunque hace mucho que no juego a las cartas y me apetece humillarte.

—Me gusta como suena. Me refiero a hacerte tragar tus palabras, bocazas.

—Pues no se diga más.

Tras la comida, y tras recoger la mesa conjuntamente, nos dispusimos a echar unas partidas. Jugamos unas cuantas manos rápidas y las victorias se repartieron de manera equitativa, en parte porque el azar jugaba un importante papel en el resultado final.

—No te ofendas, pero me aburre jugar sin un aliciente. —comunicó Lucas.

—¿A qué te refieres?

—Estoy acostumbrado a jugar con mis colegas y siempre hay dinero de por medio.

—¿Quieres ...