1. Julia


    Fecha: 17/07/2024, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... me dejó petrificada. Allí estaba Julia y la hermana Rosa, besándose, en pijama. (La hermana Rosa era la más joven de las monjas y era muy maja y estaba siempre con nosotras, nos ayudaba en las actividades y esas cosas. Era muy guapa y con muy buen tipo. Casi todas las chicas la envidiábamos por eso. No entendíamos porque era monja siendo así de bella). La hermana Rosa amasaba el culo de Julia por dentro del pantaloncito del pijama. Se besaban con pasión. La hermana Rosa la quitó la parte de arriba del pijama y la tocó las tetas. Se agachó un poquito y empezó a besarle los pezones a Julia. Después la tumbó en la cama y le quito el pantalón, quedando el coño de Julia al descubierto. La hermana Rosa se quitó el camisón que llevaba, mientras Julia la acariciaba las piernas y el culo. La hermana Rosa se acostó junto a ella y empezó a acariciar las tetas de Julia, mirándola a los ojos mientras la decía ‘Que niña tan bella eres, Julia’. Pasaba sus dedos por sus pezones, pellizcándolos mientras Julia se estremecía de placer. Después, los dedos de la monja bajaron hasta el chocho de Julia. Lo tocaba con sus dedos, suavemente, separándole los labios. Julia le tocaba las tetas de la monja, pero casi no podía, estremeciéndose de placer, cuando la hermana Rosa le metió un dedo por el coño. Yo estaba alucinando, no podía creer lo que veía. La hermana Rosa le metía primero un dedo y después dos, metiéndolos y sacándolos como si fueran una polla. Los gemidos de Julia cada vez eran más fuertes. En ese momento, la hermana Rosa puso su boca a la altura del coño de Julia y empezó a comérselo. Entonces, los gemidos de Julia eran ya gritos de placer, que se escuchaban por el pasillo. Yo oí como se abría la puerta de otra habitación y salí corriendo hacia mi habitación.
    
    Al día siguiente, no vimos a Julia ni a la hermana Rosa. Yo tenía la dirección de Julia y nos escribimos cartas, pero poco después ella se fue a estudiar al extranjero y dejamos de escribirnos.
    
    Julia y yo habíamos quedado a las nueve en mi casa. Tras llegar de trabajar, me di una ducha. Al salir de la bañera vi mi cuerpo en el espejo. No estaba mal para mi edad. Piel tersa, bronceada gracias a los rayos uva. Media melena rubia, natural, color trigo. Pechos firmes y bonitos (al menos, eso me habían dicho mis amantes). Piernas largas y torneadas. Me di la vuelta y vi mi culo, redondo pero pequeño. No estaba mal para mi edad. Me vestí con un top blanco que resaltaba mi color de piel y unos pantalones negros anchos, muy cómodos. Preparé la cena y me serví un martini, esperando a Julia. Poco tuve que esperar ya que Julia fue muy puntual y a las nueve en punto estaba llamando al timbre de mi casa.
    
    Hola, ¿qué tal?
    
    - me dijo. Me plantó dos besos en la mejilla. Estaba espectacular, con un vestido gránate, ceñido y con un gran escote.-
    
    He traído un poco de vino blanco.
    
    Perfecto. ¿Has encontrado fácilmente la casa?
    
    Si, sin problemas.
    
    ¿Tienes hambre? Creo que he cocinado para un ...
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