1. Mentirosa compulsiva, entre otras cosas


    Fecha: 21/09/2019, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... estaba espiando y se tocaba el coño.
    
    Aquello ya cambiaba las cosas.
    
    -¡No jodas! La prima del cura es una pajillera
    
    Pancho, estaba crecido.
    
    -Eso parece.
    
    Benedicta llevaba puesto un vestido marrón oscuro que le llegaba a los pies y calzaba unas sandalias. Para nosotros era un misterio el cuerpo que había debajo. La rodeamos. Pancho le quitó la mano de la boca. Con cara de asustada, nos preguntó:
    
    -¡¿Qué me vais a hacer?!
    
    Lucho, le respondió:
    
    -Te vamos a follar los nueve.
    
    Se puso altiva.
    
    -Os denunciaré si me folláis.
    
    Lucho le bajó los humos.
    
    -A ver, Benedicta, te vamos a follar sí o sí. ¿Quieres que sea por las buenas o quieres que sea por las malas?
    
    -Iréis los nueve a la cárcel.
    
    Lucho, besando su cuello, le dijo:
    
    -No atreverás a contarlo. Quedarías cómo una puta.
    
    Benedicta se encontraba en un apuro. Tenía tres manos en el culo, dos en las tetas, dos bocas en el cuello, una mano en el coño, que era mi mano derecha, y a Lucho queriendo comer su boca. Le entró el calentón y cómo era rápida pensando, apartando la boca de la de Lucho, dijo:
    
    -¿Y si os la chupara a los nueve?
    
    Lucho iba a piñón fijo.
    
    -Eso ya lo podemos hacer nosotros.
    
    Yo iba a lo mío.
    
    -A mí si me dejas que te coma el coño...
    
    Pancho también se conformaba con poco.
    
    -Y a mí si me dejas que te coma el culo...
    
    Cascorro también pasaba de meter y sacar.
    
    -Yo me conformo con desnudarte y que me la mames.
    
    Los otros se conformaron con la mamada. Lucho se quedó solo en su afán de meter.
    
    -Vale, la mayoría gana. No te follaremos el coño. Ataca, Cascorro.
    
    Cascorro, que el más bajito de la pandilla, la desnudó. Al quitarle el vestido, el sostén y las bragas vimos lo que había debajo, unas tetas grandiosas con areolas del color de su vestido, unos pezones enormes y un coño muy peludo. Benedicta, vestida solo con unas medias marrones, unas ligas negras y calzando las sandalias, se puso en cuclillas, cogió dos pollas, la del Llorón y la del Miñoca y se las sacudió. Lucho se la metió en la boca... Al rato, el Tirillas se corrió en su espalda, Lucho, en su cara. Las pollas del Llorón y del Miñoca las frotó en sus tetas cuando se corrieron. Yo me corrí debajo de un sobaco, Cascorro en su espalda, Pancho cerca de su culo y Pampín y el Cañotas en sus hombros. Quedó hecha un asco, pero caliente cómo no había estado en su vida. Lo supe porque al ponerse en pie me agache yo, la cogí por la cintura, le lamí el coño y estaba petado de jugos espesos. Se le escapó un gemido que nos puso de nuevo las pollas tiesas, luego dijo:
    
    -¡Para, Quique, para qué me corro!
    
    Sus palabras alborotaron el gallinero, mis ocho colegas comenzaron a decir lo mismo:
    
    -¡Sigue, sigue, sigue...!
    
    Seguí y Benedicta, en segundos, se encogió cómo un acordeón y cayó de culo sobre la hierba. En posición fetal y temblando, se corrió a lo bestia. Cascorro y el Miñoca se volvieron a correr, esta vez sobre sus costillas.
    
    Cuando se pudo incorporar. Benedicta, ...
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