1. Quiero hacer un gato (2/2)


    Fecha: 09/07/2024, Categorías: Intercambios Autor: Tita, Fuente: SexoSinTabues30

    ... con el símil de la leche, hay una gran diferencia entre un cottage y un gruyer. ¡Me gustan los de sabor fuerte! —externó Adriana y siguió limpiando con la boca el pene de Saúl y sólo suspendió para decir —por cierto, pronto les enviaré un Chhurpi de yak, su sabor es sublime.
    
    El sabiondo de Saúl, después de agradecer la promesa de Adriana, dijo “Independientemente que la leche de yak posee más grasa que la de vaca, y el de búfala aún más que el de yak, es más importante el proceso de fermentación, el cual lo hace de sabor delicioso. ¡Fermentada, hasta la leche de burro sabe riquísima!” Noté que dijo “burro” y no “burra”, porque a Eduardo se le había vuelto a parar la enorme verga con mis caricias y con la vista que daba Adriana engolosinada con la limpieza. “Mañana disfrutaremos eso”, terminó diciendo Saúl. Adriana, quien no había entendido la insinuación de mi esposo y a lo que ambos eran adictos, corrigió “No, necesito al menos una semana para pedirlo y que lo entreguen”.
    
    Total: celos de Eduardo, amargura mía y dolor en la cavidad bucal. Descansamos, Saúl volvió a llenar dos copas. Nos dio una y él llevó la otra junto a Adriana “Cada pareja bébasela como mejor le guste. ¡Salud!”, dijo levantándola y le ofreció un trago a Adriana. Eduardo me hizo que mojara los pezones en ella y tomó varias veces así. Veíamos que ellos ni se molestaban en mirarnos, abrazados compartían el vino con sus besos: uno tomaba un trago y, sin deglutir aún, se lo daba al otro con los labios. ¡Estaban enamorándose allí, frente a sus respectivos consortes!
    
    Los cuatro estábamos desnudos y tal cual, era un intercambio de parejas. Eduardo y yo, tomados de la mano, veíamos azorados el cortejo que se daba frente a nuestros ojos. No cabía duda, nuestros cónyuges estaban enamorados entre sí, ¡sólo faltaba que hablaran de su futuro en nuestras narices!
    
    —¿Vamos a la cama? —nos propuso Saúl poniéndose de pie y ayudó a Adriana a levantarse y al lograrlo la mantuvo abrazada de la cintura con mucha devoción—. Ahora tú escoge el vino que llevaremos allá, le pidió.
    
    Adriana solicitó que abriéramos la segunda botella de champaña y para no sentirnos desairados, porque a nosotros ni nos preguntaron, Eduardo y yo fuimos por la botella de la nevera, vaciamos hielos y un poco de agua en la cubeta y la metimos. En el trayecto tomé cuatro copas limpias. Al llegar a la recámara, ésta estaba muy bien iluminada, la música se escuchaba bien y, seguramente, Saúl ya había cambiado el control de las cámaras de video para que ahora sólo se hicieran tomas de ese lugar en diferentes ángulos.
    
    —Voy al baño, dijo Adriana —y se encaminó hacia allá.
    
    —Te acompaño —dije y la seguí.
    
    Sentada en la taza del WC, mientras meaba, me dijo “Tú marido sí sabe cómo tratar a una mujer. Te creo que tu enfermedad hizo que amaras a otros, y parece que ya me contagiaste: me enamoré de Saúl, pero amo mucho a Eduardo”, me confesó antes de escucharse el sonido prolongado del líquido de su micción. La entendí ...
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