El regreso de Charly - Relatos Eróticos

El regreso de Charly

Recuerdo mi niñez y adolescencia bajo la crianza de unos padres bastante rígidos con nosotros. No podíamos hacer absolutamente nada sin la supervisión de papá o mamá. Es por eso que cuando tenía diecisiete años me daba mis escapadas aprovechando las ausencias de mis padres. En ese tiempo mis papás tubieron qué salir a su estado natal porque algo grave sucedió qué los obligó a viajar.

De allí nace la historia qué empezaré a narrar.

Yo conocía a Carlos porque era amigo de mi hermano mayor. Charly, así le decían todos en la colonia, es tres años mayor que yo. De vez en cuando visitaba a mi hermano en casa y yo lo veía con cierta intranquilidad porque me agradaba su voz y su forma de ser. Me sentía nerviosa cuando lo veía, se expresaba muy correctamente y eso me agradaba bastante. Debo admitir qué era muy guapo.

Fue un viernes en la tarde cuando sonó el timbre de la casa y salí a abrir, era Charly qué buscaba a mi hermano. Le comenté que no se encontraba y aprovecho para invitarme a cenar en una taquería qué estaba muy cerca de la casa. No sabía que contestar porque sentía miedo a las recomendaciones y sanciones de mis padres, ellos no querían que jamás saliéramos y menos con un hombre, al menos mi hermana mayor y yo. Para mi fortuna, en ese momento llego mi hermano y de alguna manera me sentí tranquila porque él me dió el permiso para salir. Me dijo:

-Diviértanse mucho, solo no la traigas muy tarde. A las once por favor.

Charly vivía en casa de su madre a escasas dos calles de mi domicilio y lo conocían muy bien.

Era el mes de diciembre y se sentía ya mucho frío invernal, no me lleve ropa caliente para mitigar un poco el frío más sin embargo no decía nada porque tenía un poco de pena. Él me decía que era una muchacha muy guapa, que mi cabello rizado y frondoso era especial. Al salir de ese lugar notó qué tenía bastante frío porque no podía dejar de temblar de frío. Él cariñosamente me abrazo y me dijo que su abrigo era lo bastante espacioso para que fuéramos abrazados. Mi pecho estaba en su pecho y de repente me tenia completamente abrazada, sentía el palpitar de su corazón y su aliento en mis oídos. Me decía que me tranquilizara. Quizá senti mi miedo porque jamas en mi vida había estado en esa situación tan incomoda pero al mismo tiempo tan exitante.

Recuerdos perfectamente que a un lado había una banca donde nos sentamos y me volví a enfriar. Me pidió que me sentara en sus piernas para que pudiera abrazarme y darme calor. Yo obedecía sin imaginar nada malo, era una muchacha sin experiencia. Me senté en sus piernas y el me subió hasta sentir su verga bien dura. ¡Me gustó esa sensación! Mis nalgas jamás habian estado en la verga de un hombre. Mis pupilas se dilataron por la experiencia qué estaba viviendo. Yo obedecí y me senté tal y como me lo había pedido.

Poco a poco empecé a entrar en calor porque sus manos sujetaban mis brazos y mis manos.

Después empezó tomando mi cintura y poco a poco subió sus manos hasta llegar a ...