Las fantasías de Fena cuatro - Relatos Eróticos

Las fantasías de Fena cuatro

... mojado. Este volvió a meter su polla, para ser ahora el amigo quien acelerase el ritmo. Tanto lo aceleró, que se quedó en su corrida, con Fena empalada en su polla y regando de nuevo a su amigo, a la vez que él se corría dentro de su culito.

- siii cabrones, siiii, sasiii, siiii, jodeeer, siiiii, mi culo, mi culooooo.

Aprovechando la corrida el gigantón le clavó de nuevo en su polla y ya no paró hasta llenar el coñito de Fena con su esencia, esta, quedó rendida, apoyando la cabeza sobre los hombros del gigantón.

- Casi me matáis, jodeer que gusto, jodeeer.

Después de unos minutos de tranquilidad, la rubia subió al escenario. Para deleite de la concurrencia, se desnudó entera, la verdad, estaba muy buena y la puta de ella lo sabía. Azotó los pechos de Fena, con fuerza. Una y otra vez. Mando bajarla y ponerla de rodillas. Fena fue bajada. La mujer cogió su cabeza y poniendo la boca de Fena en su coño, se frotó con ella. Fena apreciaba en su boca el salado sabor de la rubia, que ahora sujetaba fuerte la cabeza de Fena pegada a su coñito.

- Chupa zorra, chupa, sácame el jugo, chupa.

Fena chupaba como le gustaba ser chupada, como le había chupado a ella el gigantón. Un hombre con la polla fuera del pantalón apareció en escena, cogió a la rubia y de una, le atravesó el culo. Le cogió el pelo en una coleta y le puso bien recta, para que la polla entrase hasta el fondo de su culito y la boca llegase con perfección al clítoris de la rubia.

- Siiiicabrón, hummmsiiiiijodeeer, siiiii

La rubia sujetaba la cabeza de Fena, repasando una y otra vez su coño por su boca.

- Vamos más fuerte, más fuerte.

El hombre aceleró el ritmo, hasta que la rubia se tensó, abrió sus piernas y un potente chorro lleno la boca y garganta de Fena. Esta intento tragarlo, pero le fue imposible y sus pechos quedaron bañados con los jugos de la rubia.

- Siiijodeeer, siiiiiiihummm, que gustoooo, siiiii

La rubia se sacó la polla del culo, se dio la vuelta y de rodillas sobre la tarima procedió a chupar la polla de su marido, hasta que este le regaló una gran corrida de la que la rubia no desaprovecho ni una gota. Los dos se vistieron y dejaron a Fena ahí colgada de sus cadenas. Pasados unos veinte minutos, el hombre que había pujado más alto pidió permiso para quitar la venda de los ojos de Fena. Está por fin, pudo ver a ocho hombres alrededor suyo, con las pollas en la mano. Ella ahora no tocaba casi con los pies en el suelo. Los hombres le daban vueltas sobre sus cadenas a la vez que azotaban su cuerpo y mecían sus pollas. Lo mismo azotaban su culo, que su coño, que sus tetas. Fena estaba feliz, esto era lo suyo le gustaba ser azotada y ahora estaba en la gloria. Veía la excitación en los hombres y quiso azuzarlos.

- Más fuerte, parecéis niñas, más fuerte.

Los hombres intensificaron los azotes y Fena gimió y gritó de gusto, un reguero de flujo brillaba entre sus piernas, la excitación de los hombres era máxima, cuando pidieron bajarla y ponerla ...