El ascenso del Súcubo - Relatos Eróticos

El ascenso del Súcubo

... Mientras la observaba vine a darme cuenta de una cosa, siempre he sido como ella como Laura. De hecho soy el primer puto súcubo desde que estas se extinguieron, era una zorra sumisa hasta que Alive sembró en mi mente la idea de dominar a las demás. Me alimento de tragar pollas y del sexo, pero de alguna forma encontré el camino a la libertad. Laura puede ser mi ruina, solo la detiene la sumisión y que ciertamente la trato bien. De no ser por eso no sé cómo acabaría el balance de poder entre nosotras.

Dejé de darle vueltas a esas cosas de mi supuesta naturaleza y volví a la realidad para disfrutar de mi esclava. A una vampira putona y tetona haciéndome una mamada llena de pasión, como siempre las hemos hecho las súcubos. Yo la observaba casi hipnotizada como subía y bajaba la cabeza con mi miembro en su boca. Como manejaba con maestría mi boca, la metía en su boca, y a veces la sacaba, para lamerla. Entonces pasó a poner mi rabo hermafrodita en sus pechos y comenzó a darme un muy necesitado masaje tetil.

–No entiendo porqué conservo mis colmillos afilados si ya no los necesito para alimentarme.–dijo mientras sujetaba sus pechos.

–Porque sobre todo no querías cambiar por completo, y has pasado a ser mi perra. Si alguna vez te necesito, solo necesito desatar tu monstruo interior.

–¿Crees que cuando muerda a alguien volveré a mis antiguos hábitos? Igual has destruido por completo mi instinto más primitivo convirtiéndome en una súcubo.–su argumento era muy válido, pero sólo habían cambiado sus hábitos sexuales.

–Cuando acabe contigo lo probaremos.

–Podemos probarlo ahora, ama. A no ser que quieras correrte primero.–se le notaba que tenía ganas de liberar adrenalina y lo cierto es que podíamos seguir luego.

–Vamos.

Fuimos de la mano hacia afuera. Donde hacía un buen día. Estábamos en un templo que fue abandonado, lo reconstruí y ahora es mi propiedad. Nos encontrábamos en mitad del bosque. Otra de las cosas que habían cambiado en ella es que era totalmente nudista, odiaba la idea de llevar ropa. Me observó alegre, esperando poder empezar. Con toda la naturaleza que había a nuestro alrededor, iba a sacarle todo el provecho que pudiera sacarle.

–Ataca a ese árbol como si la vida te fuera en ello. Desata tu furia.

A pesar de las palabras de Esmeralda, en cuanto le dije "Desata tu furia." Todo su rostro cambió, sacó sus garras y atacó despiadadamente al árbol hasta talarlo.

–Corre al bosque, voy a cazarte y a follarte.

Corrió con una velocidad sobrenatural, y desapareció en la espesura del bosque. Volví para vestirme, y me adentré en el bosque. Alessia una vez se convirtió, perdió toda su peligrosidad pero no su hermana. Seguía el camino que dejaba Esmeralda con sus garras sobre los árboles. Estos meses los había pasado planeando mi venganza contra Semen Divino, ella había ganado poder e influencia, por fortuna, una de las hijas de la diosa de la Luna, otra semidiosa más, me bendijo y echó sobre mí protección mágica para ...