Clítoris reventado - Relatos Eróticos

Clítoris reventado

Clítoris reventado

Todo comenzó cuando estaba tumbada con las piernas abiertas en la cama mientras mi pareja, mi amante, Anna, apretaba con su mano un tubo de succión de vidrio alrededor de los bulbos y gemí cuando mi clítoris era estirado hacia fuera dentro del tubo.

- "¡Duele mucho!", le dije.

Mi Anna miró hacia abajo al órgano rojo succionado en el tubo de vidrio y me dijo:

- "Lo quiero más grande."

- "Yo también lo quiero."

Entonces Anna se puso a pensar... Luego me miró allí, acostada con las piernas abiertas, mientras mi coño sin vello se abría rosado y ancho y el clítoris sobresalía siete centímetros gracias a la succión.

- "Tengo una idea", me dijo.

- Cuál", le pregunté.

- "¿Cuánto lo quieres de grande?... ¿Lo quieres tan grande como siempre lo he querido yo que lo tengas?... ¿Podrías aceptar hacerte algo que será irreversible?"

Me recosté y empujé hacia arriba un poco mientras el dolor en mi clítoris picaba y sentí la succión forzando más sangre en su punta.

Mi Anna había querido que tuviera un clítoris enorme, siempre me lo había dicho... A mí también me gustó la idea.

Hace dos años le había dicho que quería ser calva y ella se había excitado, saliendo y volviendo con unas tijeras y crema depilatoria.

Me cortó el pelo lo más a ras que pudo y luego me aplicó la crema depilatoria... Frotó la crema depilatoria para impregnar las raíces de mi pelo y la dejó un tiempo... Recuerdo que me había picado mucho y cuando terminó, me sonrió y me dijo excitada:

- " ¡Vamos a lavarte la cabeza!"

Todo el pelo se fue soltando de la cabeza bajo el poderoso chorro de agua, formándose una pelota de pelo y crema que casi bloqueaba el desagüe de la ducha.

Han pasado ya los dos años, calva y me encantaba estar así... Si me hubieran pedido que me lo dejara crecer, me habría negado... Me encantaba las miradas de los demás cuando salía con la cabeza totalmente pelada o la sorpresa que daba a la gente cuando me quitaba el sombrero para mostrarles una cúpula reluciente sin un rastro de pelo a la vista.

Cuando le apetecía, Anna lamia mi cabeza pelada y frotaba su coño sobre ella... Disfrutaba así y se corría de ese modo... Después me tumbaba en la cama y me daba unas corridas muy intensas.

Yo sabía que podía aceptar la modificación del clítoris como ella me lo estaba pidiendo... Incluso me lo cortaría si las circunstancias fueran las adecuadas.

La idea de que me pusieran sobre una mesa de operaciones mientras los cirujanos cogían instrumentos brillantes y cortaban la carne tierna entre mis piernas, me excitaba siempre.

Ya me había hecho dos pequeñas cirugías en el pasado, pero la cirugía del clítoris sería lo último que me haría... A menudo me había masturbado pensando con eso.

- "¿Qué tienes en mente?", le pregunté.

Anna soltó el tubo de succión de vidrio y mi clítoris se puso tieso, rojo e hinchado.

- "Escuché sobre un experimento... Una doctora lesbiana amiga mía está buscando un conejillo de ...