La primera vez que jugué con su ano - Relatos Eróticos

La primera vez que jugué con su ano

Acabábamos de comenzar nuestra relación, yo hacía tres años que me había divorciado, ella llevaba separada una año, nos habíamos conocido por internet y tras innumerables horas chateando hasta altas horas de la madrugada, decidimos conocernos. Nada más vernos nos gustamos, ella era mi sueño, 15 años más joven que yo y desde el primer día enganchada a mi. Como todos los principios, nuestra relación rebosaba de fogosidad, cualquier momento del día era bueno, cualquier encuentro acababa en una explosiva follada, pero aquella noche fue distinta. Era la primera vez que la invitaba a mi pequeño ático para cenar. Fui a recogerla a su piso y cuando apareció por el portal de la casa me quedé con la boca colgando. Se había maquillado de una forma espectacular, la larga melena negra se desparramaba por sus hombros y se había vestido de lo más provocador…aquello no era a lo que yo estaba acostumbrado. Unos leggings de latex ceñían sus piernas y se clavaban en sus labios vaginales, se giró lentamente y me dejó ver el efecto de los leggings sobre su glorioso trasero….mi ojos no eran capaz de volver a subir.

¿Te has quedado sin vista? me espetó riéndose

Como si despertara de un sueño alcé la mirada y vi que por arriba, sus generosos pechos solo estaban cubiertos por un sujetador negro con muchas correas que acababan en un ceñidor que aprisionaba su cintura. Cuando pude retomar la respiración la invité a subir al coche. Puso sus taconazos en marcha bamboleando sus caderas, se subió al coche y pusimos rumbo a mi casa, sin poder dejar de echar una mirada a sus piernas de vez en cuando. A mitad de camino me detuve.

¿Tomamos una cerveza antes?

Mi ego masculino tenía la necesidad de pasearse con este monumento en público, los hombres somos así

-Como quieras ¿Dónde?

-Aparcamos aquí y ahí enfrente en esa plaza hay varios bares

-Me parece bien

El espectáculo estaba servido, yo a mis 49 años haciendo la entrada triunfal a la plaza con este monumento de 34 años, las cabezas se volvían como activadas por resortes, las mujeres cuchicheaban al vernos pasar, nos acomodamos en una mesa alta y pedimos dos cervezas. Ella se sabía observada y comenzó el juego, no se estaba quieta, ahora se apoyaba en la mesa dejando su culo a la vista de todos, ahora se inclinaba hacia adelante dejando ver las curvas de sus pechos, ahora metía su pierna entre las mías frotándose contra mi. La plaza no estaba pendiente nada más que de nosotros, bueno, más bien de ella. Nos trajeron las cervezas y brindamos por nosotros, ella se me acercó y me introdujo toda su lengua en mi boca, apretó sus labios contra los míos y me vació su cerveza en la boca, jugamos unos segundos con nuestras lenguas y nuestros labios, y cuando acabamos pudimos observar que toda la plaza tenía puestas sus miradas en nosotros, ella se relamió los labios y emitió una carcajada

-Tómate la cerveza rápido que me ha entrado hambre. dijo, poniendo una cara de lo más maliciosa

Apuramos los vasos de un ...