1. Cosas que suceden II.


    Fecha: 09/06/2024, Categorías: Fetichismo Incesto Sexo con Maduras Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    Como alguien me lo pidió, aquí van las edades de los personajes que han ido apareciendo en el relato:
    
    Luisa, la madre de 40.
    
    Alberto, el padre de 49.
    
    Andrés, el hijo de 16.
    
    Carolina, la hija de 14.
    
    Evelyn, la novia de Andrés de 15.
    
    Alexis, el amigo de Andrés de 17.
    
    Javier, el novio de Carolina de 17.
    
    Fue como si esa ventana tuviese un hechizo, me acerqué sigilosamente, quería ver qué cosa estaba haciendo Andrés. La lampara de la mesita de noche estaba encendida y aún cuando estaba bajo el edredón, podía advertir suaves y subrepticios movimientos bajo la cubierta. Mi amado hijo estaba masturbándose, delicadamente deslicé mi propia mano al interior de mis pantalones y comencé a tratar de satisfacer mi panocha húmeda y cálida. Mi coño estaba empapado y se sentía maravilloso acariciar mis jugos en mi labia recién rasurada. Al parecer era mucho más sensible o quizás era solo mi calentura y ansias de desahogarme finalmente.
    
    Los movimientos de Andrés fueron en crescendo, más y más rápidos, hasta que pateó el cobertor que cubría su mano. Gemí cuando vi la enorme y dura pija de mi hijo por primera vez en años, tuve que dejar de acariciar mi coño para no correrme tan pronto. Nunca imagine ser la madre de un chico dotado de tamaña verga. Desde mi lugar de observación calculé que debían ser una veintena de centímetros. Gruesa como mi muñeca y llena de venas azulinas, su glande amoratado brillaba bañado en su pre-semen. Su mano se movía por todo el largo de su pene haciendo que el prepucio se estirara a cubrir todo su glande hinchado para luego descender dejando al descubierto esa cabezota enorme que brillaba como con luz propia. Cuatro de mis dedos encontraron lugar dentro de mi vagina, imaginaba sentir ese enorme miembro dentro de mi mientras con la otra mano mis dedos masajeaban mi clítoris. Jadeaba viendo los veloces movimientos de la mano de mi hijo, abruptamente salió un copioso chorro de esperma disparado y aterrizó en sus pectorales, gemí y golpeé mi botoncito abrumada por la sensación que estaba comenzando a hacerme estremecer. Cuando vi que los chorros se subseguían uno tras otro, tuve que sostenerme al muro mientras un poderoso orgasmo me sacudía de pies a cabeza y él seguía chorreando su estomago y la parte superior de su cuerpo con poderosos chorros de su semen fresco y joven.
    
    Los pantalones de mi pijama estaban caídos a mis tobillos, ahí estaba yo con mis piernas temblando y mi culo al aire, me subí los pantalones dignamente y furtivamente ingresé de nuevo en casa. Me dirigí directamente a la sala y me dejé caer sobre el sofá con mi respiración agitada e irregular. Nuevamente me inundaron sentimientos encontrados, ciertamente había disfrutado un magnifico orgasmo, pero lo había hecho fisgoneando en la ventana de mi hijo mientras él se masturbaba, lo peor de todo es que había imaginado su pija enterrada profundamente en mi coño, algo que no debía ni podía suceder.
    
    Los días siguiente fueron angustiosos, parecía que ...
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