Bajo la Luna del Desierto - Relatos Eróticos

Bajo la Luna del Desierto

... minutos, con la intención de forzar la marcha de nuevo en poco tiempo.

Pasados cuatro días después, el plan de Ronia se estaba desmoronando. Había consumido más de la mitad del agua y gran parte de la comida. Su caballo estaba agotado, ya que el pasto era escaso y el agua más todavía entre las arenas del desierto. Y su brújula había resultado completamente inútil, ya que no podía decirle hasta dónde tendría que avanzar, o retroceder, antes de llegar a la zona boscosa que rodeaba Tartun. Tal vez si hubiese aprendido a leer las cartas estelares, podría guiarse por el mapa perfecto que se formaba en el cielo bajo la luna del desierto.

Finalmente, decidió que el desierto la mataría si intentaba permanecer allí mucho más tiempo. Giró su caballo hacia el norte, planeando cabalgar directamente hacía el mar, esperando llegar a Tartun antes de caer en manos de alguna patrulla imperial. De ninguna manera quería ser una esclava, pero acabar con un collar era mucho más preferible a morir de sed en los desiertos del sur.

Su plan podría haber funcionado si, dos horas después de comenzar su trayectoria hacia el norte, no hubiese sido vista por un grupo de jinetes.

No eran soldados imperiales, Ronia estaba segura. El Imperio odiaba el desierto, esa amplia franja de tierra vacía era lo único que les había impedido chocar directamente con la Federación del Sur, confiando en cambio en una guerra de poder entre pequeños aliados en colonias lejanas. La Federación rara vez llegaba tan al norte, tampoco. Ambas potencias preferían los trayectos marítimos para llegar al territorio del otro.

Esto significaba que eran casi con toda certeza nómadas, lo que no era ninguna mejora en absoluto.

Ronia había visto a los nómadas del desierto en las calles de Sartoris, comprando y vendiendo en el bazar. Eran un pueblo duro y orgulloso, unidos sin más poder que sus propios lazos tribales, luchando entre sí tanto como con los forasteros. Pero eran una raza mercantil, que intercambiaba los tesoros secretos del desierto por una variedad de bienes comerciales.

Y como casi todos, traficaban con mujeres, las colocaban el collar y las marcaban como esclavas en lo que se estaba convirtiendo en una práctica universal. Incluso los legendarios reinos de Oriente mantenían a las mujeres como esclavas.

Ronia, claramente, era una mujer. Convirtiéndose en un objetivo maduro para los nómadas, en caso de que la alcanzasen.

Al ver a los jinetes, y a pesar de su fatiga y la de su montura, decidió arriesgarlo todo a una sola carta. Espoleó a su caballo al galope y comenzó a volar a través de las arenas, manteniéndose en su trayectoria hacia el norte y con la esperanza de poder superar cualquier búsqueda.

Sin embargo, fue una esperanza lejana desde sus inicios. Los nómadas eran los mejores jinetes del mundo conocido y pronto estaban ganando constantemente terreno a Ronia y a su montura a punto del desvanecimiento. Las arenas del desierto no mostraban signos de llegar a su ...