1. La Doncella (VIII): Pesadilla


    Fecha: 01/06/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Baron Ashler, Fuente: TodoRelatos

    ... en ella como una culebra nerviosa. Profundizo todo lo que puedo… Él hace lo mismo. Siento su lengua húmeda en mi paladar. Pasamos un tiempo disfrutando de ambas lenguas, del torrente de saliva, de cerrar los ojos y olvidar el mundo.
    
    ¡¡¡Ahh!!! Él ahora me arrastra. Me arrastra por los grilletes hasta la barandilla. Me coloca entre dos almenas. Me inclina hacia adelante. Mi cara sobre el enorme bloque de piedra. Mis manos extendidas salen por fuera. Me levanta la falda. Me coloca el culo en pompa, me tengo que poner de puntillas para ganar un poco de altura.
    
    ¡¡¡Ahhh!!! Noto su polla buscando mi vagina desde atrás. La postura es difícil. Voy a ser aplastada entre su empuje y el muro de piedra. ¿Si empuja muy fuerte podría tirarme al vacío? No, no puede pasar, me está aprisionando las piernas contra la piedra. Eso quiero creer: que es imposible caer. ¡¡¡Ahhh!!! Su polla está dentro, me la ha metido hasta el fondo. ¡¡¡Ahhh!!!, ¡¡¡Ahhh!!! Siento sus acometidas. ¡¡¡Ahhh!!! Me penetra y me empotra contra una pared de piedra. ¡¡¡Me encanta!!!
    
    Sus acometidas, cada vez más fuertes, siguen hasta que siento como eyacula dentro de mí. En ese momento sigue empujando rítmicamente pero a una velocidad cada vez menor. Hasta que para y sigue un tiempo abrazado a mí desde atrás.
    
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    No sé cuánto tiempo llevamos sentados en la terraza de la torre, apoyados con la espalda en el muro. Él me explica que su trabajo consiste en vigilar el horizonte desde esta terraza. Si advierte la llegada de un grupo de gente inesperado, sobre todo gente armada, debe hacer en la chimenea una gran hoguera, primero con leña seca pero añadiendo otra húmeda después. Esa técnica provocará una gran humareda que servirá para avisar al castillo de la circunstancia. Además del humo, debe izar una gran bandera: amarilla en caso de un ejército mediano, roja en caso de una gran fuerza.
    
    Sancho se ha transformado después de penetrarme. Ahora parece un hijo de campesinos de cualquier aldea. Se ha quitado el casco del soldado que cumple su deber a cualquier precio. Buen momento para pedirle de nuevo que me suelte las manos. De repente, oímos una voz femenina gritando:
    
    Ah de la torre… Ah de la torre… Sancho, ¿Dónde estás?
    
    Sancho se levanta, se asoma, grita:
    
    Aquí, arriba, Isabel, bajo ahora.
    
    ¡¡¡Isabel!!! Me sonaba la voz… Es la hija del posadero. ¿Qué hace aquí? Sancho se mueve rápido. Me hace la seña con el dedo en los labios, no debo hacer ruido. Me ayuda a levantar y me hace bajar rápidamente por la escalera. Paramos en el primer piso, que está lleno de pertrechos. Me lleva hasta la ventana, coge un candado grande que estaba en medio de los trastos.
    
    El ventanuco es un hueco rectangular cerrado por dos barras perpendiculares, una cruz de hierro. Con el candado me sujeta al barrote vertical. Los grilletes están unidos por sólo tres eslabones, ahora el central está unido a la parte inferior de la reja.
    
    Él ...
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