Doctor Slipper y Mister Hyde (II) - Relatos Eróticos

Doctor Slipper y Mister Hyde (II)

... Unidos ya ha habido alguna huelga con muertos y heridos. Y estos dos son los ideólogos de esta lucha. Ellos no han puesto una bomba ni han disparado un tiro, pero no es del todo descartable que provoquen un desastre global con sus ideas.

Entonces, ¿deben ser neutralizados?

No, no. De momento no hay que “neutralizar” a nadie. Sólo averiguar sus planes e informar de las posibles amenazas.

Me pongo a ello, mister Cooper.

Aquí tienes un dossier con los datos. Mantenme informado.

Descuide.

Leonor y sus dos compañeras estaban de nuevo en la sala de espera del doctor Jekyll. La sirvienta no estaba recibiendo a las visitas. No había nadie en la sala de espera. Encontraron la puerta abierta y entraron. Después de unos minutos oyeron la voz del doctor desde el altillo. Les mandó subir en un tono bastante más rudo que el que ellas recordaban. Obedecieron igualmente.

Jekyll estaba ocupado en su laboratorio cuando entraron. Notaron cierto desorden en los muebles y Joaquina descubrió manchas de sangre en el suelo; no le dio gran importancia, tratándose de una clínica.

Tumbaros en las camillas - ordenó el doctor, tan seco y grosero como antes.

¿Nos ponemos las batas y las zapatillas? - preguntó Leonor, observando la figura ahora encorvada y más voluminosa de lo que recordaba de Jekyll, que permanecía alejado de ellas, dándoles la espalda.

¡Desnudas! ¡Vamos, quiero veros desnudas a las tres! - El tono de voz no era amenazador, pero se había esfumado la gentileza del médico en la primera visita.

Ellas obedecieron con cierta precaución. Joaquina exclamó:

Nada de trucos hoy, caballero. Ni drogas ni tocamientos.

Tranquila. Hoy va a ser todo muy diferente - Jekyll por fin se acercó a ellas con una especie de pulverizador.

Leonor, que estaba más cerca, observó un sutil cambio físico. La expresión de Jekyll era más dura. Hasta parecía que le habían crecido las cejas y tenía el pelo más largo y despeinado. Sintió un olor extraño cuando Jekyll apretó la pera de su aparato, pulverizando en su dirección. Luego sintió un gran bienestar, una profunda relajación.

La operación se repitió con sus amigas produciendo los mismos efectos.

El otro día me comporté de una forma imperdonable - empezó a fecir Jekyll - pero debéis disculparme, no era yo mismo. Ahora sí que me vais a conocer de verdad.

Leonor levantó la cabeza con dificultad y pudo ver con horror que la transformación de Jekyll no había hecho más que empezar. Ahora había crecido y le habían aparecido pelos rizados y negros en el pecho, que la bata apenas ocultaba. Saltaron los botones y quedó a la vista la desnudez del doctor y, mucho peor que esto, un falo monstruoso y erecto que apuntaba hacia Leonor.

¡Huid, huid! - gritó ésta - ¡se ha convertido en un monstruo !

No puedo mover - se lamentó Caléndula.

Ni yo. Estamos perdidas - gimió Joaquina desesperadamente.

El otro día ese estúpido de Jekyll deseaba haceros esto - informó mientras tiraba de los pies de la ...