Doctor Slipper y Mister Hyde (II) - Relatos Eróticos

Doctor Slipper y Mister Hyde (II)

Las curas fueron efectivas. Una semana después, el ano de Caléndula volvió a adquirir su tono normal y las vaginas de las tres amigas dejaron de escocer, aunque no de humedecerse con facilidad. Pero eso no tiene tratamiento.

Samantha volvió a visitar al embajador para agradecerle que les hubiera recomendado al doctor Jekyll. Sin embargo, no se abstuvo de comentar la conducta desviada y lujuriosa del galeno.

Debéis perdonar al pobre Henry. Está acostumbrado a tratar con las prostitutas de media ciudad y ha desarrollado algunos hábitos reprobables. No obstante, es inofensivo y un gran profesional.

Mis asociadas vuelven mañana a la consulta. Ya le advertirán que se abstenga de realizar tocamientos y de administrar esas drogas hipnóticas.

Yo mismo le enviaré una nota. Seguramente pensó que tus amigas eran prostitutas.

Bueno, tampoco iba tan desencaminado. ¿Hay novedades, señor Cooper?

Sí, Samantha. He recibido ya el mensaje del servicio de información presidencial. Has de realizar una investigación.

¿Investigación? No lo entiendo. Estamos muy lejos del territorio conocido por nosotras. Seguro que hay otros agentes…

No, no. Esta investigación es especial y viene al pelo que un grupo de bellas damas estadounidenses estén aquí.

Cuente usted.

A ver. Hay un peligro grave que se cierne sobre todo el mundo civilizado.

¿La guerra?

No, no. La guerra es inevitable. Mira cómo Francia y Prusia se han liado a tiros por un quítame allá unas pajas. Lo que es una amenaza es la revolución de los trabajadores. Eso que ahora llaman el proletariado.

Pero eso es algo que ocurre aquí en Europa. Yo creo que en Estados Unidos estamos protegidos de ese fenómeno.

Pues eso quieren que evalúes, Samantha. Tenemos en Londres a dos tipos, unos alemanes excéntricos que ya han tenido que huir de su país y de media Europa. se llaman Karl y Friedrich y son grandes aficionados a los discursos incendiarios y, las huelgas generales, pero también al ron y las mujeres hermosas. Por esto último, creo que la elección de tus superiores ha sido la adecuada.

¿Debemos entrevistar a esos sujetos?

Mucho mejor. El plan es que tengáis con ellos un encuentro íntimo con identidades falsas. Ellos han recibido una misiva de un contacto americano anunciando que unas mujeres norteamericanas que simpatizan con sus ideas quieren conocerles y discutir con ellos sobre la lucha obrera en nuestro país y el inmediato futuro de la revolución socialista. Esas mujeres sois vosotras; tú misma y el equipo femenino que elijas entre tu grupo.

Ya tengo una idea de quién me ha de ayudar. ¿Importará que sea de color esa mujer?

¡Y tanto que importará, si te refieres a esa diosa mulata que te acompaña! Esos dos zarrapastrosos van a babear como niños delante de un pastel cuando la vean.

Pero, señor Cooper ¿usted cree que esos tipos pueden constituir en sí algún peligro?

No sé qué decir, querida. En Europa hay unos movimientos de protesta muy violentos. En Estados ...