Tu, mi complemento perfecto 4 - Relatos Eróticos

Tu, mi complemento perfecto 4

... tan confianzuda, pues a mí me enseñaron a saludar con un “Buenos días” o “Buenas tardes” no a estar agarrando alguna parte del cuerpo como si fuéramos algo más que conocidos. Pero lo que más odiaba de esa chica, era que, a pesar de haber colocado los límites para no faltarnos el respeto, ella seguía actuando como si nada. Tal como si lo que le dijera le entrara por un oído y le saliera por el otro.

—Mia, ¿En qué habíamos quedado? —la miré seria.

—Ya sé que nunca me darás alguna oportunidad, eso lo tengo claro, pero al menos déjame saludarte con cariño —dijo, con su tono de voz meloso.

—Sabes que no me saludo así con nadie y no tendría por qué hacer una excepción contigo —modulé mi tono de voz para no sonar grosera.

—Lo intento, de verdad que sí, pero aún no puedo —me hizo pucheros.

—Lo sé, pero debes hacer tu mayor intento o tendré que vetarte por todo el salón —la amenacé.

—No por favor, eso no —juntó sus manos a modo de súplica.

—Nos vemos, debo entrar a mi última clase —dije, con la intención de marcharme.

—Espera—cogió mi brazo—¿Déjame invitarte a almorzar? Al menos solo una vez, por favor. Te prometo que dejaré de molestarte y me conformaré solamente con tu amistad, bueno, si es que al menos puedo obtener eso —mencionó.

—De acuerdo, solo esta vez —añadí, antes de marcharme.

No podía creer que iba a aceptar su invitación, no después de tanto evadirla, ¿Estaré accediendo a la petición de mi hermano? No, no puede ser, solo era una salida, no era nada más. Jamás haría algo que contradiga lo que tenía claro desde hace mucho, “Seguiría siendo soltera” aunque tuviera que acabar como una vieja solterona y llena de gatos por doquier. Una vez que entré al salón, saqué mi cuaderno e intenté concentrarme en el tema de hoy, un tema que iba enfocado a los eventos astronómicos más destacados en los hemisferios norte y sur. Estuve tan concentrada anotando cada evento que iba a ocurrir en los próximos meses, que no medí el tiempo y cuando menos lo esperé, el profesor nos envió una asignación que indicaba que la clase había llegado a su fin.

—¿Lista para disfrutar de la mejor tarde que alguien te puede ofrecer? —dijo Mia, al verme salir del salón.

—No te das por vencida, ¿Cierto? —elevé mi ceja.

—Es el único día en que puedo actuar como si fuéramos algo, así que debo aprovecharlo al máximo —me regaló una sonrisa.

—Bueno, si vamos a seguir tu juego, que sea el espectáculo completo —dije, al tomar su brazo de gancho.

—Eres una monada—sonrió—El lugar a donde quiero llevarte, queda medianamente cerca, ¿Te importaría ir caminando? —sugirió.

—Para nada, sabes que adoro caminar —dije, al coger rumbo.

A cada paso que dábamos, iba conociendo un poco más la personalidad de esa rubia, pues los últimos meses, me había esforzado tanto en alejarla, que me estaba perdiendo de una excelente persona. Hablamos de nuestras familias, aunque fui un poco reservada con la mía, mientras que ella me contó que provenía de una familia ...