1. Nuevo orden


    Fecha: 22/04/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Jane Cassey Mourin, Fuente: TodoRelatos

    ... poder darte un varón que sirva a tu propósito y sanar a mujeres como yo, malditas por el deseo; o una mujer que pueda extender tu estirpe y sirva a tus siervos sanadores por su vida entera. A ti te agradezco bendecirme con tu perdón, agradezco tu clemencia ante una pecadora que no merece la semilla de uno de tus hijos, pero que la acepta con humildad, con el único propósito de servirte y servir a tus hijos, mis padres.
    
    Aquellas palabras se repitieron varias veces, entre los gemidos que me provocaba la fuerza de la fe con que mi padre se apoderaba de mi cuerpo, golpeándolo con fuerza, haciéndome una mujer que sirviera para los designios del gran maestro.
    
    Mis gritos eran fuertes y mis gemidos aún más, el dolor en mi interior era casi insoportable, pero no hice nada más que obedecer a mi padre, mientras él llevaba uno de mis senos a su boca y lo mordía, al tiempo en que yo no dejaba de llorar mientras ese hombre santo me poseía.
    
    Una nueva oleada de placer llegó repentinamente, tensando mi cuerpo, haciendo que mi vientre se humedeciera, expulsando de forma definitiva a los demonios del placer que me habían dominado momentos atrás. Pero mi padre no dejaba de cogerme, con toda su fuerza, haciendo temblar mi cuerpo, llevándome a la frontera de la lucidez, hasta eyacular en mi interior.
    
    No salió de mi vientre, buscó mis labios con los suyos y los besó, metiendo su lengua en mi boca, incitándome a jugar con la mía, sintiendo en su cálido aliento, el sabor de mi sexo. Nunca salió de mí, apenas noté el momento en que perdió su dureza, durante el mismo tiempo en que continuó besándome, hasta que de pronto reanudó el movimiento de sus caderas; solo que esta vez el dolor se había marchado, ahora la sensación de ser penetrada una y otra vez por mi padre, era magnífica.
    
    Gemía de placer mientras mis brazos rodeaban su cuello y mis labios besaban su boca, haciendo que nuestras lenguas bailaran entre ellas, mientras él me amaba y yo a él, moviendo nuestras caderas compasadamente, gimiendo de placer, dejándonos llevar por lo que nuestros cuerpos sentían; hasta que nuevamente nuestros músculos se tensaron y ambos estallamos en amor y placer al mismo tiempo, gimiendo, jadeando y gritando.
    
    Él salió de mi interior y se arrodilló a un lado de mi cara, abrí la boca sabiendo lo que tenía que hacer, devorando cada gota de su semilla, hasta no dejar rastro en el miembro de mi padre. Se puso de pie y tomó su túnica del suelo; me levanté e hice lo mismo.
    
    - A partir de ahora, cada vez que un sanador considere que debes ser purificada, sin importar lo que estés haciendo ni el lugar en que te encuentres, deberás ser obediente, deberás hacer lo que el sanador te diga ¿Lo entiendes hija?
    
    - Si, padre, lo entiendo.
    
    - Muy bien, ahora puedes ir en paz, hija mía.
    
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