MI HISTORIA COMO SUMISA. (3 y final) - Relatos Eróticos

MI HISTORIA COMO SUMISA. (3 y final)

MI HISTORIA COMO SUMISA

TRÍOS, INTERCAMBIOS Y ORGÍAS

Para comprender mejor esta zaga les sugiero lean mis dos relatos anteriores.

Yo era la secretaria de Óscar, además de su sumisa, un día me dijo que me iba a comprar un nuevo escritorio, yo imaginé que sería como el de él, en madera y muy elegante, pero nada, era de vidrio y con una silla acrílica para que los clientes pudieran verme completa, ya que me obligaba a usar mini vestidos sin ropa interior, también colocó una estantería atrás de mi escritorio para que cuando fuese a buscar cualquier papelería, los clientes disfrutaran de mi culito, además compró unos sillones más bajitos para que dichos clientes pudieran verme hasta las amígdalas, pero no conforme con eso, compró una cafetera pequeña, lo cual me obligaba a hacer café a cada rato, la ubicó estratégicamente en medio de dos sillones en una mesita aún más baja, su mandato era que al hacer el café no debía doblar las rodillas, quizá por eso su clientela subió como la espuma, Óscar me mantenía caliente con cada idea que se le ocurría y yo como buena sumisa aceptaba todas sus locuras.

Otra vez me llamó a su oficina, me dio un dildo de 25 centímetros y me dio la orden de que me lo metiera en mi panochita, volví a mi escritorio con el dildo metido, seguí con mi trabajo y me olvidé que tenía metido el dildo, en eso entraron dos clientes, le avisé a Óscar, me dijo que fuera a su oficina, cuando me levanté sentí un vacío en mi cuquita ¡El dildo no venía conmigo! Así que me volví a sentar y con lo mojada que estaba hizo un ruido como splash cuando el dildo se me volvió a meter, los clientes se percataron de todo, Óscar me volvió a insistir por teléfono que fuera a su oficina, yo aprieto mi culo para atrapar al dildo, pero al levantarme no viene conmigo, el maldito dildo tenía una ventosa que se pegó a mi silla acrílica, como pude lo zafé y con el dildo en la mano corrí hacia la oficina de mi pervertido jefe, le dije que lo esperaban do clientes y que si lo podía servir en algo más; Óscar muerto de la risa me dijo que ya lo había servido, yo regresé a mi escritorio toda avergonzada mientras los clientes me escaneaban de pies a cabeza.

Un día me da mi ropa, porque yo me ponía lo que a él se le antojara y era extrañamente más "tapada” de lo normal, un pantalón de mezclilla, con hilo por abajo, y una blusa tipo strapless, de esas que no tienen mangas ni nada. Salimos y al caminar noté que la blusa se me empezaba a bajar a cada paso, y que en unos 30 pasos debía estarme subiendo la blusa o mis tetas se quedarían al aire, al mismo tiempo, el pantalón que llevaba era de esos de talle muy bajo, por lo que el hilo al poco de caminar se me asomaba por sobre el pantalón, no le di mayor importancia. En eso Óscar se detuvo en un supermercado, y pese a que había bastante espacio en el parqueo, buscó los lugares más alejados, yo me extrañé, pero como le gustaba que me vieran pensé que deseaba que camináramos un poco más para exhibirme, fuimos a ...