EL CAMINO DE SANDRA 7 y 8 - Relatos Eróticos

EL CAMINO DE SANDRA 7 y 8

... bien, así es como debes sentirte, eres una puta de mierda, un animal al servicio de las personas, un pedazo de carne con agujeros. Solo que eres de mi propiedad, y yo decido quien puede usarte. Sigue, te ha gustado chuparle la polla a ese viejo?

- Si, porque entendía que era lo que tú deseabas, su polla olía y sabía regular, a meados y un poco a rancio, me parece que D. Anselmo no es demasiado limpio. Pero por eso me he sentido sucia, una cerda repugnante capaz de chupar cualquier cosa, por un momento se me ha ocurrido chuparle el ojete para sentirme aún más guarra, pero no sabía si te parecería bien y no lo he hecho.

- Habría estado bien, no se me ha ocurrido.

- Luego cuando se ha corrido, su lefa no está tan rica como la tuya, pero me ha gustado, soy una cerda mi amo, una cerda asquerosa.

- Sí que lo eres, y me encanta, creo que tenemos al pez en el anzuelo, va a ser divertido jugar con él un poco.

Sabiendo que el viejo no disponía de muchos fondos Andrés pensó que le plantearía unas tarifas bajas, y le haría una especie de bono para usar a la perra cuando quisiera. En realidad el dinero no le importaba, era la sensación de estar prostituyendo a Sandra, eso haría que ella se sintiera humillada y más al hacerlo con aquel viejo y por cuatro perras. También a él le excitaba la idea, degradar a su perra era morboso, ver la lucha entre su educación, su moral, y sus inclinaciones, hacer que se sintiera un objeto, algo de poco valor, aunque en realidad no era así para él.

Tenía claro que Sandra era una sumisa con muy pocas limitaciones, si es que tenía alguna, se propuso ir probando las cosas más abyectas y denigrantes con ella, llevarla hasta los rincones más oscuros, pero siempre demostrándole a la vez que la quería, y a ser posible haciendo que ella llegase a convertir la dependencia que ya mostraba hacia él en amor sincero e incondicional. Deseaba que la muchacha le amase porque desde que eran amo y sumisa su percepción de Sandra había cambiado, nunca pensó que entre ellos habría nada más que una amistad, sentía una fuerte atracción física claro, como cualquiera, estaba muy buena, pero su actitud de entrega, su confianza ciega y su ternura aun después de un castigo o una humillación, habían hecho que empezasen a crecer en él otros sentimientos. Se estaba enamorando, ya no imaginaba como sería vivir sin ella, y a pesar de esto quería hacerla una esclava, quería torturar su cuerpo hasta donde pudiera, quería marcarla, degradarla. No se explicaba muy bien cómo podían convivir en él los dos impulsos, pero era así, y lo bueno es que Sandra también deseaba que le hiciera aquellas cosas.

Pasados unos días el viejo volvió a aparecer por allí a la hora de bajar la basura, le pidió a Andrés que le dejase usar a la chica un rato pero él se negó.

- No, no, el otro día tuve un gesto de buena voluntad pero ahora debemos poner las cosas en su sitio, si quiere usar a la guarra tendrá que pagar.

- Vale, al menos has pensado ya en las ...