En el Café a las 3 - Relatos Eróticos

En el Café a las 3

... dos vasos de agua más, una porción de papas cortesía de la casa y otro vaso de agua, una visita más al baño que se extendió a unos minutos; mientras su saco estaba ahí apartando lugar y un cuarto de agua en el vaso; con el cabello mojado, las manos algo temblorosas, él miraba su reloj de pulso y exclamaba:

– ¡Diez minutos tarde, otra vez!

Tomaba el resto del vaso y cuando él estaba por solicitar la cuenta, una voz de otro chico gritaba. – ¡Franco!

Él joven impaciente volteaba con unos ojos iluminados, hizo una ligera sonrisa, se levantó; el otro chico caminó hacia él con ropa deportiva, su maleta y una gorra, misma que se la quitaba al colocar en el piso su maleta y dijo algo apenado:

– Disculpa, nuevamente llego tarde.

– No te preocupes, entiendo, entiendo.

Ambos se sentaban; Franco el muchacho elegante, le hacía una seña a nuestra compañera mesera, que se acercaba a tomarles la orden; ambos pedían frappé y pastel de moka; nuestra compañera se acercaba sonriendo y relajada; ella había empatizado con nuestros clientes y decía:

– Ya se siente más tranquilo el ambiente por allá.

– ¡Qué bueno! – Le dije, percibiendo más o menos la nube que se comenzaba a formar alrededor de esa atmosfera de amor entre esos muchachos.

Y es que sí, ambos son guapos, el chico deportista se ve que tiene unos 26 - 28 años y bajito a el otro muchacho, le calculé como de 1.70 aproximadamente; a pesar de las diferencias de edades y estaturas, se veían muy similares ellos, color de piel blanca, cabello ondulado castaño claro, quién vestía traje tenía bigote y el otro una barba de candado; se estaban viendo bien, bueno, eso se percibía.

Nuestra compañera se dirigía a ellos para entregarles sus frappé y pastel, cuando a unos centímetros de ellos, el chico deportista le soltaba la mano a Franco y sonreía a la compañera, dejando algo serio a Franco.

Ella sonriendo les colocaba lo que pidieron y decía. – Que lo disfruten, provecho y cualquier cosa, me llamo Sara y aquí estoy para servirles.

Ella se retiraba disminuyendo su sonrisa diciendo. – Creo que habrá problemas.

Todos continuábamos con nuestras labores, observando que había una seriedad entre ellos.

Ya eran las 16:29 de la tarde y Franco le decía a su compañero. – Oye, tenemos que hablar de algo, que he querido preguntarte, pero quiero que seas honesto Javier.

Por fin después de haber ordenado otros frappé, supimos el nombre de su pareja, Javier; disimuladamente veíamos sus acciones y caras.

– ¡Otra vez con eso! – Exclamaba Javier.

– ¡Si Javier sí! – Franco moviendo impaciente la pierna.

– Mira, hablaremos en otro lugar, aquí no. – Javier tratando de calmar, luego de sentirse incomodo por su anterior exclamación.

– Está bien. – Cabizbajo dijo Franco.

– Voy al baño, de una vez ve solicitando la cuenta. – Javier se levantaba, sonriente, seguro, dejando su celular en la mesa.

Franco, se movía de un lado a otro al levantarse, sacaba de su sacó una cajita; ¿acaso era ...