Soy una pervertida sexual ¿y qué? - Relatos Eróticos

Soy una pervertida sexual ¿y qué?

... las amigas, ya no solo le veía de tarde en tarde por el Residencial cuando se movía para sus chapuzas, sino que además, le veía por las noches en el garaje, ya que como la madre (felizmente divorciada) de Jessica era médico de urgencias, pues por el trabajo de ella y las ausencias de mi padre, yo me iba en mi moto a follar con ella a su casa y algunas veces no estábamos las dos solas. Es más, gracias a ella, a sus amigos y a la intimidad de su casa, también dejé de ser virgen con hombres ¡ya era hora!

Pero Javier, viendo que yo llegaba muy tarde determinados días, que alguna de mis amigas e incluso un par de amigos treintañeros, empezaban a pasar la noche conmigo, siempre cuando mi padre no estaba, me marcó y pasó al ataque. Y como en una guerra naval, primero me desarboló, luego anuló mi artillería, y empecé a hundirme y cuando alguien se hunde, lo único que le importa es encontrar un salvavidas y el cabrón de Javier fue pinchándome todos los salvavidas, para convertirse él en mi único salvavidas al que me pude coger. Javier tenía dos poderosas razones para chantajearme a mí y a otras mujeres, y esas dos razones se llaman Conserjería.

Habían dos conserjerías, una grande en la entrada principal y una más pequeña a la derecha de la rampa de bajada de la calle al primer sótano, justo en un ángulo recto donde estaban los aparcamientos de las motos, y en las dos, habían varios monitores de TV y en la principal, un aparato de grabación de las más de 40 cámaras que vigilaban todo el residencial, por fuera, por dentro, ascensores, y en los sótanos de garajes y trasteros. Por lo que los conserjes, sabían cuando salíamos o entrábamos, si solos o acompañados y por lo tanto, podían chivarse a tus padres, esposo y/o esposa, de todo aquello que te pusiera en graves problemas. Esa era su principal fuente de chantaje, ya que él hacía cada mañana, antes de irse, una copia “ilegal” de las últimas 24 horas para su disco duro personal.

Una noche llegué después de las 01 a.m., aparqué mi Kawa, y dentro del armario metálico que todas esas plazas de motos teníamos, lo abrí y dejé el casco y la cazadora de piel, cuando de repente, noto, con un sobresalto enorme, que unas manos me agarran por las caderas con fuerza y una cabeza se pega a la mía, mientras una voz que reconocí, me decía:

--Señorita Adriana, estas no son horas para llegar a casa y menos cuando su padre está de viaje y no puede controlarla. Una señorita decente, no debe comportarse así.

El olor a sus puros y a licor barato asaltó mi nariz y antes de poder contestarle, noté cómo sus manos empezaban a recorrer la parte superior de mi cuerpo que me dejó inmóvil. Esos segundos de quietud no sé cómo los interpretó él, pero su cuerpo se pegó al mío y noté en mi culo un bulto duro y de grandes dimensiones. Al llegar sus manos a mis tetas me las apretó, aplastó fuertemente su polla sobre mi culo, y se pegó tan totalmente a mí, que me asusté, pero antes de usar con él mis años de kárate le ...