El Carro de las Esclavas - Relatos Eróticos

El Carro de las Esclavas

... ansioso coño desde atrás; otro día, paseando por los establos encontró a Cassie brincando en el regazo de Sebastián, pidiéndole ansiosamente permiso para tener a su hijo.

Seraphina, ahora no podía conciliar el sueño hasta llegar a dos o tres orgasmos. Incluso después de dormirse, aparentemente saciada, soñaba con la esclavitud, andando sin nada más que un collar y una marca, siendo violada por hombres sin rostros en todas las posiciones imaginables.

Dos meses después de este limbo erótico, Seraphina se sentía cada vez más dividida en dos: una mitad la chica recatada como la que siempre había actuado, la otra una puta lasciva cada vez más desesperada por entregarse a sus deseos internos.

Seraphina logró acorralar a Cassie en el salón una tarde. La esclava, cuyo bulto de bebé apenas se notaba todavía, estaba limpiando los muebles; Sebastián claramente adoraba a su consorte, pero una esclava estaba destinada a servir. Sin embargo, incluso mientras realizaba trabajos serviles de los que se habría burlado una vez, la esclava sonreía con satisfacción.

Seraphina entró sola y cerró la puerta, atrayendo una extraña mirada de Cassie.

"¿Pasa algo Señora?" preguntó la esclava.

Si bien Seraphina esperaba sentirse incómoda al ver a su antigua amiga todos los días sirviendo como esclava y siendo follada por su hermano, Cassie nunca había actuado de manera inapropiada. La esclava había abrazado su servidumbre con fervor.

Seraphina miró a la esclava. Cassie ya no estaba vestida con la túnica de una chica noble y libre, que ocultaba todo su cuerpo, pero parecía cómoda: el cabello largo y rubio colgando suelto, los pechos agitados apenas contenidos por un poco de seda casi transparente, las piernas largas desnudas hasta la parte superior del muslo, solo un escaso taparrabos transparente cubriendo su coño suavemente afeitado, su marca claramente visible en su muslo color marfil.

Seraphina se mantuvo callada un momento, la mirada levemente curiosa de su amiga esclavizada la mantuvo cautiva. Entonces, sus sueños del carro de las esclavas surgieron en su mente, miró a la esclava a los ojos y habló.

"¿Cómo es?" soltó.

Cassie pareció confundida por un momento antes de que sus ojos se aclararan.

"¿Ser esclava, Señora?" replicó Cassie

Seraphina asintió lentamente.

"Es maravilloso, Señora". Contesto Cassie estallando en un sonrisa.

“Pero no tienes libertad. Te ves obligada a realizar tareas domésticas y usar atuendos humillantes. Estás a la entera disposición de hombres que pueden obligarte a realizar actos lascivos en cualquier momento. ¿Cómo te puede gustar?” pregunto algo enfadada y muy excitada Seraphina.

“Porque esto es para lo que estaba destinada”. Respondió tranquilamente Cassie. “Me gusta que me den órdenes. Me agrada servir, no porque me guste el trabajo, sino porque agrada a mi Maestro. Me gusta servir a mi Maestro de cualquier manera, incluso con mi coño de esclava lascivo, porque soy una puta que necesita estar bajo ...