El Carro de las Esclavas - Relatos Eróticos

El Carro de las Esclavas

... esclava sufrió un espasmo en el consolador.

Seraphina trató de ignorar la sensación de calor y humedad de su propio coño o la tensión de sus pezones debajo de su túnica.

"¿Qué quieres que haga?” preguntó Seraphina. “No puedo dejarte salir. Te atraparían y luego me pondrían en la jaula junto a ti".

"Wow, eso sería muy excitante", suspiró Cassie y Seraphina casi se atragantó. “No, no quiero salir. Quiero que le digas a tu hermano que me viste con collar y enjaulada”.

"¿A Sebastián?" preguntó Seraphina extrañada.

“Siempre me gustó. Prefiero pertenecerle a él que a un burdel. Dígale que me compre, por favor, Señora”, suplicó Cassie

Cassie llamó Señora a Seraphina, para que esta se diese cuenta de que su amiga estaba completamente esclavizada por las sensaciones de su violación y su encierro en la jaula.

"Veré ... veré qué puedo hacer", prometió Seraphina débilmente.

"Gracias, Señora", dijo Cassie antes de caer en gruñidos y gemidos, sus caderas se aceleraron mientras parecía tener un pequeño orgasmo por su auto-violación.

Seraphina se sonrojó mucho y se volvió para alejarse rápidamente, el coro de chillidos de la media docena de nuevas esclavas detrás de ella resonaba en sus oídos.

Estaba demasiado avergonzada para siquiera mencionar a Cassie a su hermano, pero aparentemente otros no lo estaban. Su guardia, aunque afortunadamente no se dio cuenta de su conversación, reconoció a la esclava que una vez fue amiga de la familia y se lo mencionó a Sebastián.

Dos días después, Seraphina, todavía luchando con la culpa por su silencio, se sorprendió al ver a su hermano cruzar la puerta con una esclava desnuda con una correa detrás de él, una mirada complacida y de recién follada en el rostro de la puta. Seraphina miró a Cassie complacida, aunque servil, y supo que su amiga había obtenido todo lo que secretamente quería. Cuando su hermano enamorado, sonriendo ampliamente durante la cena mientras Cassie se tragaba su semilla debajo de la mesa, anunció su intención de convertir a la chica en su esclava reproductora, una consorte para tener sus herederos, Seraphina ni siquiera parpadeó.

Aquella noche, Seraphina soñó con el carro de las esclavas, se veía arrodillada en la jaula apretada con el eje enterrado en su coño, la esclavitud descendiendo sobre su forma desnuda con cada embestida.

Se despertó en medio de la noche, con su coño empapado y no pudo descansar hasta que usó sus dedos para llegar al orgasmo.

Sin embargo, la visión de ella misma atada en el carro, esperando ser marcada y vendida como esclava, no la abandonaría desde esa noche.

La visión constante de Cassie, con su marca de esclava todavía sanando en su muslo izquierdo, revoloteando por la mansión con poco más que pañuelos de seda, cuando no estaba desnuda, no estaba ayudando. Tampoco lo era el aumento de la libido de Sebastián: Seraphina entró una mañana en la biblioteca y vio a Cassie inclinada sobre un estante de libros, con Sebastián follando su ...