Mis fetiches: azotes - Relatos Eróticos

Mis fetiches: azotes

... inmediato Sergio se vio rodeado de gente, algunos se despedían de forma afable pero otros no le dejaban en paz. Me acerqué con cautela, sin querer llamar la atención. En ese momento había como cinco mujeres de las habituales dándole chachara y riendo.

-Sergio qué vamos a hacer sin tí? Con lo bueno que tú eres. Y lo bien que nos tratas- apabullado entre tanto halago y sobeteo sus mejillas estaban rojas y no era por el esfuerzo de la bici. Jajajaja

Me lo estaba pasando pipa verle en ese apuro. Hasta una de ellas se atrevió a darle una palmada en el culo, para demostrar según decía sus posaderas de acero.Ummmm. Esa palmada hizo click en mi coxis y me relamí. Me escabullí sin hacer ruido y me colé en su despacho.

Esperé tras la puerta apenas unos minutos, los justos para maquinar una venganza a la altura de mi cabreo. Diréis cabreo porqué… por no llamarme, por no estar en su turno, por irse, por estar tan bueno, por gustar tanto a esas lobas y porque la vida en general es injusta y ese culo lo quiero para mí.

Entra en el despacho, cierra la puerta y me ve. Pone su sonrisa traviesa y me repasa de arriba a abajo.

-Te estaba buscando- me dice como en un arrullo.

-Poco me has buscado antes- me voy por su derecha camino del escritorio.

-Te llamé, no me lo cogiste- ostras puede ser verdad, no suelo coger llamadas desconocidas. Me sigue.

-Había otras formas seguro, sabes mis rutinas- traga saliva y baja la cabeza.

-Me lo merezco, no lo he hecho bien. Perdona- Le tengo.

-Te ha gustado el asedio de las lobas?- le rodeo pasando mis manos por su pecho, me pongo en su espalda y le aprisiono contra el escritorio. Es un dejavu pero con las tornas cambiadas.

-Qué estas pensando Diana?- en su voz se nota excitación.

-Sigo cabreada y tú has sido un chico malo-. Le paso una mano desde la parte baja de la espalda hasta los omóplatos y presiono hacia abajo. Entra en el juego y se tumba en la mesa.

-Ummmm si un chico malo que necesita unos azotes- le susurro. Tengo la mano en su cadera izquierda y noto como se tensa. Su respiración ha cambiado, es más densa y profunda.

Le cojo por detrás de ambas caderas, urgo en el dobladillo de sus leggings y calzoncillos y de un tirón lo bajo hasta sus rodillas. Aprovecho mientras subo para lamer y morder un poquito sus nalgas. Sabe a salado, sudor del esfuerzo pero limpio, como a mi me gusta.

-Quieres qué te palmee el culo como acaba de hacer la vieja de fuera?-. Espero su respuesta, esto no va a funcionar si no lo desea, paso mis uñas por un glúteo arañando un poquito… se tensa. Señor que culo, acero pa' los barcos. Espero.

-Si Diana, me he portado mal- su voz ha perdido el tono risueño y es entrecortada, lo desea.

Le doy un manotazo flojito en el glúteo arañado y todo su cuerpo reacciona con una sacudida. Me inflamo, ya no podré parar. Le doy un poco más fuerte en el otro, otro bote. Ese culo ha nacido para ser azotado y ante esa evidencia solo queda claudicar. Me pongo en un ...