1. El Santero apenas me vio dirigiéndose a mi me dijo, además de que estas resalada, estas cruzada, y te tienen bien clavada.


    Fecha: 08/03/2024, Categorías: Dominación / BDSM Infidelidad Sexo en Grupo Autor: Martehijodejupiter, Fuente: SexoSinTabues30

    ... santos, así como un sin número de velas de diferentes colores encendidas, y por todos lados un fuerte olor a incienso, a cera derretida, a tabaco y aguardiente.
    
    El Santero me tomó de la mano y me llevó al centro de la habitación, indicándome con su grave voz, que me sentase en el piso al tiempo que me entregaba una vasija de barro, para que yo me bebiera algo del aguardiente, y una vez sentada y que me tomé todo eso.
    
    El Santero prendió uno de los grandes tabacos, y comenzó a poner a mí alrededor, muchos pequeños quemadores de incienso prendidos, mismo tiempo que él no dejaba de echarme el humo del tabaco en mi cuerpo, y tampoco dejaba de orar.
    
    Al principio no sentía nada especial, pero a medida que él seguía prendiendo los inciensos, aunque a mi al principio me pareció que era marihuana, por lo que comencé a sentirme un poco mareada y rara, más tranquila, y relajada.
    
    Era como si nada me preocupase, mientras que él continuaba echándome el humo del tabaco, rezaba u oraba en un idioma que yo no comprendía.
    
    Las luces se hicieron un poco más tenues, y de momento me dijo en un tono bien tranquilo, quítate la bata.
    
    Por unos instantes dudé en hacerlo, pero me acordé de lo de todo lo que me había dicho al entrar a su casa, así que sin más ni más me despojé de la bata quedando completamente desnuda y sentada en el piso ante él y mi amiga, que no dejaba de mirarme.
    
    Por otro largo rato el continuó manteniendo encendido los quemadores, echándome humo y orando sin que yo comprendiera lo que decía, y de cuando en cuando se tomaba un poco del aguardiente a pico de botella.
    
    Para luego rociar mi cuerpo, hasta que él me entregó otra vez la pequeña vasija con más aguardiente, y tras tomármela, él me agarró por los tobillos e hizo que las abriera mis piernas de par en par, en medio de todo me sentía avergonzada, jamás había estado desnuda frente a otro hombre que no fuera mi marido.
    
    Pero una vez que abrí mis piernas, nuevamente continuó orando, y al poco rato le entregó una especie de muñeco a mi amiga, más bien era una figura larga y gruesa hecha en negra madera de ébano bien pulida.
    
    La que mi amiga habiéndose quitado toda su ropa y quedando tan desnuda como yo, me entregó, arrodillándose frente a mí, estirando sus manos, y bajando su cabeza, hasta casi pegar su frente al piso.
    
    Una vez que yo agarré esa figura de madera que se me parecía un soldado por el casco que tenía en la punta, ella se me acercó a mi oído y me dijo. “Ahora pásatelo lentamente, por todo tu cuerpo, por tu cabeza, por tus tetas, por los brazos, piernas, y nalgas y finalmente te lo comienzas a meter y a sacar de tu coño, de la misma manera, lentamente.”
    
    Yo no podía creer lo que mi amiga me había pedido, pero a medida que el Santero continuaba orando, yo tratando de controlar mi nerviosa risa, casi sin poder hacerlo.
    
    Fui haciendo todo lo que mi amiga me había dicho, hasta el punto en que cuando me coloqué eso entre mis piernas me detuve momentáneamente.
    
    No ...