La chacha que cambió mi vida. - Relatos Eróticos

La chacha que cambió mi vida.

... cinturón, está claro?

-Sí, musitaron los dos hermanos.

-No os he oído!!!

-Siiii, dijeron bastante más alto.

-Pues hala, cada uno a vuestra habitación a hacer deberes y no quiero oír ni una mosca.

Después de la severa reprimenda se oyó un PLOFF que no era otra cosa que la zapatilla que acababa de dejar caer Ana Mari al suelo, y los niños salieron para su cuarto como alma que lleva el diablo, ella metió el pie en la zapatilla, dobló la pierna hacia arriba y ayudándose con su dedo índice se la volvió a calzar.

-¿No tienes nada que hacer María?

-Si Señora, si no ordena otra cosa, ya me voy.

-Pues aligera.

-Si Señora, con permiso.

Ana Mari se sintió genial, le gustaba mandar, le gustaba incluso que la temieran, ahora lo único que tenía que hacer era convencer a su marido de que la disciplina era muy importante en aquella casa, para justificar aquellas dos azotainas mintió un poco exagerando las travesuras de los chicos, luego en la cama fue un poco más fogosa de lo habitual, y lo tuvo rápidamente comiendo en su mano.

En otra de las habitaciones de la casa, David no podía dejar de pensar en la azotaina que le acababa de dar su madrastra, odiaba a aquella mujer pero también anhelaba que le pegara, no podía dejar de excitarse, se estaba volviendo loco.

Pasaron los meses, y Ana Mari aunque les daba a aquellos chicos su ración de zapatilla de vez en cuando, pronto fue adquiriendo nuevos hobbies, sus ricas vecinas la fueron introduciendo en la alta sociedad madrileña, empezó a tomar cócteles, a fumar algún cigarrillo, a salir de compras, cosas de ricos, y apenas tenía tiempo para atender a aquellos chicos, ni siquiera para calentarles el culo, que era lo que más hacía.

En los dos o tres años siguientes años a aquella primera paliza, David se obsesionó con las zapatillas de su madrastra, bueno en realidad con cualquier zapatilla que viera, pero eran las de Ana Mari las que tenía más a mano, se auto azotaba con ellas cuando tenía oportunidad, las olía, se las calzaba, se convirtieron en su auténtico fetiche, la pena era que aquella mujer estaba ahora demasiado ocupada en sus cosas para ocuparse de la añorada disciplina de los primeros meses.

El primer año que David fue a Secundaria, ocurrió un hecho que cambió su vida para siempre, su querida María se jubilaba y se fue a su pueblo dejando aquella casa huérfana.

- Necesitamos una chacha pero ya, y me han hablado los vecinos de una chica muy competente, mañana vendrá a casa y si es como me dicen la contratamos.

-Si cariño, lo que tú digas. Dijo el marido, que estaba cada día más encoñado con su mujercita.

A las 9 de la mañana estaba puntualmente Rocío, que así se llamaba la nueva chica, en el salón de los Colmanarejo, era sábado y estaba a solas con la Señora de la casa.

Rocío era una chica agitanada, nunca dijo si era o no gitana, con la belleza que suelen tener las de su estirpe, 22 añazos la contemplaban, y era en cierto modo parecida a Ana Mari, pero más ...