La casera enviciada (1/4) - Relatos Eróticos

La casera enviciada (1/4)

... asqueada, pero no podía apartar mis ojos de lo que estaba sucediendo ante mis ojos... De alguna manera me estaba dando una excitación no podía comprende

Estaba paralizada cuando vi a Ewan apoyando el látigo en el monte púbico de Anna.

- "Levántalo", ordenó, sin emoción.

Increíblemente, Anna arqueó las nalgas fuera de la cama, empujando su montículo púbico en el aire... Fue uno de los actos más sexualmente groseros que he visto en mis 42 años... Sin embargo, yo seguía mirando casi sin atreverme a parpadear.

Con el montículo púbico de Anna elevado y sus piernas abiertas, incluso pude ver su clítoris hinchado saliendo de su capucha, mostrando descaradamente su excitación sexual... Y también cómo los jugos vaginales rezumaban de sus labios hinchados.

A pesar de mi disgusto por lo que estaba presenciando, también sabía que su vagina completamente excitada era una de las cosas más profundamente eróticas que jamás había visto.

Aunque mi ex esposo y yo habíamos estado sexualmente activos cuando nos casamos, pronto me aburrí, y finalmente terminamos follando a oscuras… Y como no me excitaba, traté de acabar esto lo más rápido posible.

Y claro, al final él terminó follando a su secretaria y me dejo por ella.

Ewan continuó apoyando el látigo en el montículo púbico de Anna.

- “Más alto”, le volvió a ordenar.

Anna se esforzó por arquearse aún más lejos de la cama. Sus nalgas ahora estaban a unos 30 cm de la cama… Admiré su agilidad y ví los músculos de sus piernas, bien formadas, bastante tensos.

Increíblemente me encontré pensando en estar yo en el lugar de Anna... Sabía que mi cuerpo no podía compararse con el de ella y aunque no tenía mucho sobrepeso, no había cuidado bien mi cuerpo en los últimos años… Había acumulado muchos kilos de más en mis caderas y muslos debido a una dieta pobre y la falta de ejercicio… Mi excusa constante era que estaba demasiado ocupada para preocuparme por hacer ejercicio o comer adecuadamente.

‘Olvídalo… ¿De verdad permitirías ser utilizada así por otra persona?... Probablemente, no’, pensé... Pero incluso mientras pensaba esto no podía desviar mis ojos de lo que estaba presenciando… Me fijaba en Diana observando sus músculos tensos de la pantorrilla y luego en sus labios vaginales ahora abiertos por la combinación de tener las piernas abiertas, las caderas elevadas y su alto nivel de excitación sexual… Ahora también podía ver el delicado color rosado del interior de su vagina.

Yo respiraba con dificultad, me sentía sonrojada y el sudor seguía corriendo por mi frente… Tenía mucha necesidad de limpiarme la frente para evitar que el sudor me corriera por los ojos, pero temía que el movimiento llamara mi atención… Si podía ver a Ewan, era lógico pensar que él también podría verme si miraba hacia la puerta.

Parecía una eternidad que Anna mantuviera sus caderas levantadas de la cama tanto tiempo… Luego, en un movimiento repentino, Ewan levantó el látigo y lo dejó caer sobre su ...