La Granja - Relatos Eróticos

La Granja

... fisicoculturistas me desataron las manos y me cogieron de los brazos arrastrándome hasta una cama acolchada libre... Intenté luchar contra ellos, pero ni siquiera se dieron cuenta.

Se las arreglaron para atarme a la cama acolchada, me pusieron los brazos por encima de la cabeza y los ataron con fuerza... Seguí moviendo mis piernas frenéticamente, no quería que me ataran a los estribos, pero nuevamente no estaba a la altura de su fuerza.

Cuando terminaron, estaba abierta y ofrecida como nunca antes lo había estado... El joven que vino antes hablar conmigo se paró entre mis piernas y agarró un par pelos de mi vello púbico y tiró suavemente de ellos.

- “Esto se tendrá que ir”, dijo con una sonrisa.

Y luego se sentó y ya no pude verlo.

Sentí que me echaban agua en el coño y una esponja con algo que se sentía como jabón empaparon toda mi protección peluda... Entonces sentí que la navaja quitaba con cuidado mi última defensa hasta quedar totalmente depilada.

Me sentí tan avergonzada, derrotada e impotente que mi cuerpo comenzó a traicionarme y las primeras gotas de placer salieron de mi coño... Estaba muy mortificada.

Un grupo de hombres que parecían mirarme a lo lejos empezaron a aplaudir y felicitaron al chico entre mis piernas cuyo nombre resultó ser Terry.

Luego, sentí unas pinzas en los labios de mi vulva... No dolían, pero me resultaban incómodas... Mis labios vaginales comenzaron a separarse hasta que mi coño se mostró completamente abierto.

Amarraron las pinzas a unos ganchos en la cama para dejarme así... El resto del procedimiento fue exactamente como Terry me lo había descrito antes.

Un dedo con algo de lubricante masajeaba mi ano mientras Terry me decía lo buena chica que era... Luego presionó la punta del dedo y finalmente me lo metió dentro por completo... Gemí de incomodidad pero no me hizo caso... Empezó a follar con los dedos mi apretado orificio anal y se dio cuenta de que era virgen porque le resultaba extremadamente difícil follarlo incluso con un con un sólo dedo.

Levantó la mano para que pudiera verlo desde el otro extremo y me enseñó un tapón anal de metal que era el doble de grueso del dedo de un hombre... Cerré mi esfínter tan fuerte como pude ante las risas de la audiencia, y sentí la punta del tapón tratando de entrar.

Terry me advirtió que si mantenía el culo cerrado me iba a doler muchísimo... Sería mucho más placentero para mí, si me rendía y dejaba que me lo insertara.

Derrotada, me relajé y sentí la enorme punta del tapón anal metálico presionando contra mi orificio anal... Terry comenzó a girarlo hacia un lado y luego hacia el otro, abriéndose camino dentro de mi culo.

Sentí que mi orificio anal se abría hasta el punto en que estaba segura de que me lo iba a destrozar.

Grité y mi voz fue silenciada rápidamente por una gran mordaza que me dejó gimiendo y babeando como una cerda.

Terry continuó clavando el tapón en mi culo... Estaba segura de que la mitad ya estaba dentro... ...