La Granja - Relatos Eróticos

La Granja

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Cuando abrí los ojos no podía moverme en absoluto... Tardé algunos segundos en darme cuenta de dónde estaba, aunque los constantes gemidos que escuchaba a mi alrededor me mantenían muy confundida.

Entonces me las arreglé para ver con más claridad... Estaba de pie, desnuda, con las manos atadas a una cadena que colgaba del techo de una pequeña nave y todo lo que veía enfrente de mí, eran culos.

Unas veinte mujeres estaban alineadas una al lado de la otra, en camas acolchadas, llenas de correas de cuero que las impedían moverse.

Las manos de las mujeres estaban atadas sobre la cabeza y las piernas abiertas y retraídas sobre estribos que dejaban totalmente al descubierto sus genitales.

Ellas ni siquiera eran capaces de levantar la cabeza y mirar hacia arriba... Sus genitales estaban conectados a muchos dispositivos que no sabía qué eran... Todas parecían extremadamente cansadas.

Un hombre apareció ante mí y de repente me sentí muy consciente de mi desnudez... Me miró con una sonrisa y me dijo:

- “Bienvenida a tu nuevo hogar.”

- “¿Qué es este lugar?”, le pregunté, tratando de que mi voz no sonara muy asustada, pero fallé.

- “Esta es una granja... Verás, un grupo de brillantes mentes hizo un descubrimiento que podría cambiar el mundo, pero estamos tratando de quedárnoslo para nosotros... ¡Seremos ricos!”, me respondió, sonando como el científico loco de un libro de cuentos de hadas.

- “¿Qué?”, murmuré

- “El semen femenino, luego de un fino filtrado y procesamiento y algunos aditivos, ha demostrado ser un tratamiento efectivo para ciertos tipos de cáncer... Ni siquiera se necesita quimioterapia, sólo una dosis de nuestro producto ‘Semefem’ que vendemos desde hace tiempo, a precios que ni te imaginas.”

Ahora estaba segura de que estaba en un cuento de hadas malo con un científico loco como personaje principal.

Las veinte mujeres que estaban atadas a esas camas, me pareció que estaban siendo ordeñadas como si fueran vacas, sin poder moverse, ni quejarse por llevar mordazas en sus bocas.

- “Déjame explicarte cómo funciona antes de ponerte a trabajar”, me dijo con una sonrisa mientras un escalofrío me recorría la espalda.

“Estarás cómodamente atada a la cama acolchada, con las piernas obscenamente separadas y retraídas para que tus genitales sobresalgan para facilitar su acceso.”

“No te recomendaría luchar porque las restricciones son todas de metal y están soldadas a la cama y sólo te harías daño.”

“Tu clítoris quedará atrapado en un tubo de vacío que succionará indefinidamente hasta que decidamos darte un respiro.”

“Tendrás un catéter metido en la uretra para no contaminar el semen con orina y tendrás puesto un gran tapón anal en el culo con el mismo propósito.”

“Si necesita orinar o cagar, pedirá permiso moviendo los pies y tendrá que esperar a que alguien venga a supervisar tu evacuación... Aparte de eso sólo relájate y disfruta de la vista”, dijo alejándose de mi lado.

Dos ...