Noche Buena, no, Mejor. - Relatos Eróticos

Noche Buena, no, Mejor.

Cuando llegan estas fechas, el mundo entero, o más bien, nuestro mundo nord-occidental, parece entrar en modopanolide forma colectiva e irremediable.

panoli: adjetivo · nombre común

COLOQUIAL•ESPAÑA

[persona] Que es bobo y se deja engañar fácilmente.

Esto viene siendo así desde hace siglos y no tiene pinta de desaparecer; al contrario, la progresiva comercialización del producto navideño asegura su pervivencia y buena salud, a costa de la nuestra, gravemente alterada por comilonas, licores y dulces a discreción.

En 1867, cuando ocurre nuestra historia, las cosas no eran muy diferentes en una pequeña aldea cerca de Tampa, en Florida. Un grupo de mujeres de aspecto asilvestrado se esforzaban por preparar una suculenta cena de Noche Buena, según la tradición española, mientras varios hombres decoraban un gigantesco árbol plantado a la puerta de la pequeña hacienda.

Un joven negro de planta colosal se había encaramado al tronco del vegetal para adornarlo con guirnaldas y farolillos. Dos caballeros jóvenes le iban alargando los ornamentos mientras echaban tragos de una botella de ron dispuesta con tres vasos sobre una mesita. Sentado junto a ella, don Roberto, el dueño de la hacienda, fumaba un hermoso habano sin animarse a colaborar.

Una mujer negra de mediana edad y abundantes carnes se acercó a vigilar al caballero. Miró con severidad el vaso de ron y el puro.

- Sólo bebo un sorbito, cielo - se excusó el hombre - Y el puro, lo apago ahora mismo. Es por el aroma...

- Has salvado el pellejo de milagro, Roberto. Si te quedas cuatro días más en ese balneario, te quedas, pero te quedas para siempre, ya lo sabes.

¡Y tanto que lo sabía! Los brebajes de los siniestros dueños de aquel centro de recreo le habían devuelto a su juventud vigorosa, pero habían estado a punto de hacer estallar su corazón por el esfuerzo. Gracias a Dios, Samantha y sus amigas les habían rescatado, aunque hubiera sido por pura casualidad.

Samantha era un desastre en la cocina y Rosita no soportaba pelar ni una patata después de su experiencia como criada para todo de Leonor, hacía solo dos años.

¡Cómo pasa el tiempo! Qué lejano queda aquel 22 de abril del año pasado, en que había iniciado su periplo por estas páginas Leonor, muy pronto acompañada de su preciosa y violenta doncella mulata.

Leonor sí que disfrutaba cocinando y Esther se sentía muy feliz de poder ayudarla, incorporándose unos momentos sobre sus piernas, ahora mucho menos rígidas y bastante más autónomas. Algo bueno tenía que haber salido de la estancia en el balneario siniestro. La terapia de la doble penetración y los repetidos enculamientos practicados habían producido efectos benéficos en sus habilidades motoras, aunque estaba convencida que había sido por pura casualidad, ya que aquellos depravados no tenían el menor interés en ayudar al prójimo, al contrario, lo que deseaban era joderlo de todas las formas posibles.

La joven Olive Chancellor, rescatada de las garras de ...