1. El campo de reeducación


    Fecha: 21/01/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... te meta el puño enterito? Ya verás... ¡es divertido! Puedo meterte el puño y el brazo entero por el culo, hasta el codo...
    
    Yo estaba muy muy asustado, llorando y pidiendo por favor que no lo hiciera. La mordaza me impedía hablar claro, pero me pareció que me entendía perfectamente.
    
    — Hummm... Bueno, veo que no te apetece... Como veía que gozabas como una perra he pensado que te gustaría...
    
    Salió de la estancia y volvió al rato acompañada de un chico y una chica desnudos. El chico era joven, musculoso. La chica me resultaba familiar. Era la chica que nos había aseado a manguerazos, y si bien estaba desnuda sí llevaba algo entre sus piernas: un arnés con un consolador.
    
    La doctora se me acercó y me dijo:
    
    — Ahora, para seguir con el tratamiento, deberíamos proceder a follarte el culo. Este es un primer paso en vuestra reeducación. Es una buena forma de empezar a borrar ciertas actitudes de una masculinidad muy tóxica; el machismo, la homofobia... hay que ir quitando estas cosas de vuestro carácter. Y nada mejor que una buena follada.
    
    La doctora hablaba muy seriamente, y yo me dí cuenta que no me iba a escapar de una follada de mi culo. La doctora siguió hablándome:
    
    — Como es la primera vez te voy a dejar elegir: ¿quién quieres que te folle el culo, ella o él?
    
    Yo no sabía qué responder, no sabía qué decir, como actuar... estaba inmóbil, pálido. La chica y el chico se acercaron mucho a mí, dejando sus «miembros» muy cerca de mi cara, para que pudiera verlos bien. El chico tenía una buena polla, sin ser extragrande; el consolador de la chica era algo más grande.
    
    Yo estaba muy nervioso. Sabía que me iban a follar el culo sí o sí. No sabía qué responder. Si me follaba él quizás no me dolería tanto, por ser su miembro más pequeño. ¡Pero por otra parte no quería que me follara un chico! Estaba hecho un lío.
    
    La doctora me dijo:
    
    — Te voy a quitar la mordaza, pero no quiero quejas ni palabras que no debas. Solo quiero que me digas quién quieres que te folle el culo. ¿Lo entiendes?
    
    Asentí, y ella me retiró la mordaza. Me dolía la mandíbula de tantas horas con la mordaza.
    
    — ¿Y bien?
    
    — Mmm... ella... —balbucée.
    
    — ¿Ella qué?
    
    — Prefiero que, si hay que hacerlo, lo haga ella.
    
    — Sabes perfectamente, ya te lo he dicho, que hay que hacerlo. Es por vuestro bien y por la terapia. Dime, ¿qué es lo que quieres de ella?
    
    Me sentía humillado. Esa conversación se estaba haciendo demasiado larga.
    
    — Quiero que me folle ella.
    
    — Ahá. Quieres que te folle ella... el culo, ¿sí?
    
    — Sí.
    
    — Sí, ¿qué?
    
    — Sí, quiero que ella me folle el culo.
    
    Los tres se rieron. La chica se puso frente al sillón, entre mis piernas. El chico se quedó a mi lado, con la verga cerca de mi cara. La doctora estaba a su lado.
    
    — Está bien, que la chica te folle el culo... Y él te follará la boca.
    
    — ¡¿Cómo?! No, no, no... —empezé a decir.
    
    La doctora me propinó una sonora bofetada, y dió la orden de empezar. La chica acercó su falo a mi ...