1. El campo de reeducación


    Fecha: 21/01/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... es posible reeducaros y devolveros a los brazos de vuestras mujeres en óptimas condiciones.
    
    Yo escuchaba atentamente, y ella sonrió al verme tan atento.
    
    — Ahora voy a proceder a una exploración —dijo. Y yo, viéndome patiabierto y en sus manos, me asusté. Ella se rió.
    
    Se puso unos guantes de látex, se untó las manos con una crema, y ensenguida noté sus manos en mis huevos, en mi pene, agitando mi miembro, aprentando mis huevos con fuerza... Pero eso eran solo preliminares. Entonces noté su mano acariciando mi ano, embadurnando la zona con lubricante. Yo temblaba. Y ella acercó de nuevo su cara a la mía y me dijo:
    
    — Relájate, cariño. De lo contrario te va a doler mucho más.
    
    Mis ojos se humedecieron; cayó una lágrima por mi mejilla. Noté que un dedo empezaba a entrar en mi culo, muy lentamente, dolorosamente. Traté de relajarme, aunque me parecía humillante relajarme y dejarme perforar el culo con tal facilidad. La doctora ciertamente iba con mucho cuidado, poco a poco, y con mucho lubricante. Al rato ya no me dolía, y ese dedo ya entraba y salía con gran facilidad de mi culo. Estuvo un rato «follando» mi culo con ese dedo, entrando y saliendo, a diferentes ritmos e intensidades. Cuando se cansó de este juego y creí que eso ya había acabado, noté como intentaba entrar en mi culo con dos dedos a la vez. De nuevo sentí el dolor de mi ano, que no podía soportar el grosor de dos dedos. Intenté relajarme. Me dolía. Y sin embargo consiguió meter los dos dedos, y empezó a jugar con mi culo con ellos. Al rato me acostumbré, ya no me dolía, y me avergüenza reconocer que hasta sentí un cierto gusto en eso. Empezó a «follarme» como antes, solo que esta vez con dos dedos. Ahora entraban despacito, salían despacito... y el vaivén se iba repitiendo... y al rato el mete-saca fue a un ritmo frenético. Yo jadeaba. Tenía la polla muy dura. La doctora se reía.
    
    — ¡Se ve que te gusta eh!
    
    Cuando se detuvo hasta me sentí defraudado. Estaba gozando y la doctora había detenido repentinamente mi fuente de placer.
    
    De todas formas, al parecer aquello no había terminado todavía. Asustado, me dí cuenta que se repetía toda la operación ahora intentando introducirme tres dedos a la vez! Era una locura! Pero la doctora no se detuvo, y empezó a introducir esos tres dedos. Me dolía, claro. Pero otra vez la doctora hizo muy bien su trabajo, lubricando bien, con cuidado, poquito a poco... y así al final consiguió meter hasta el fondo esos tres dedos. Los dejó unos segundos, los removió... Mi culito se iba acostumbrando al nuevo grosor dentro de mí. Al rato empezó a «follarme» con los tres dedos. Y al rato me empezó a causar un gran placer. Cuando paró, me asaltó una imagen terrorífica. ¡¿Sería capaz de seguir?!
    
    Como si me leyera la mente, la doctora volvió a acercar su cara a la mía.
    
    — ¿Sabes qué es el fisting? —me dijo.
    
    Yo la miré aterrado y empezé a llorar e intentar decirle que no. Ella acarició mi cara, me besó en la frente.
    
    — ¿No te aptece que ...