1. El campo de reeducación


    Fecha: 21/01/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Con mi mujer estábamos pasando un mal momento, el divorcio parecía inevitable. En casa había tensión, y además yo acababa de perder mi trabajo. En caso de separación tenía yo todas las de perder: mi mujer era hija de una família con cierta fortuna, vivíamos en una casa de su propiedad... Ella tenía todo, yo sin ella no tenía nada. Así que cuando me dijo que deberíamos ir a terapia para intentar solucionar nuestra relación, decidí aceptar.
    
    Fuímos unas cuantas veces a una consulta en la ciudad. Ella se encargó de contactar con ese gabinete de terapeutas. Y un día, en la consulta, la terapeuta nos propuso lo del campo de reeducación. Por lo visto había actitudes que debíamos mejorar para relacionarnos mejor, y ese gabinete tenía sus métodos. Yo tendría que hacer un curso de reeducación en un centro, en plena natura; mi mujer seguiría la terapia en la ciudad. Mi mujer lo tenía claro, así que me sentí obligado a aceptar ese reto. Pasaría unos días en ese centro de reeducación, aún no sabía cuantos: una semana mínimo, me dijeron; luego, se evaluaría según los avances.
    
    Y llegó el día de partir al centro de reeducación. Una furgoneta estaba en la puerta de mi casa para llevarme al centro. Subí a la furgoneta donde ya estaban otros hombres, que estarían en la misma dinámica de reeducación. Luego pasamos a buscar a un par de hombres más por sus casas. Eramos ya diez hombres en la furgoneta y salimos de la ciudad. Parecía un viaje de fin de curso de cuando eramos niños. Al rato noté como me pesaban los párpados, como me iba durmiendo... y a mi lado, lo mismo le pasaba a los demás hombres.
    
    Desperté aturdido. No sé cuanto tiempo había pasado dormido. Unas horas? Días? Mientras despertaba lentamente, intentando abrir los ojos, intenté recordar... Lo último, en la furgoneta, esa pesadez... Abrí los ojos, me moví, sentí frío. Me dí cuenta que estaba tumbado en el suelo completamente desnudo. A mi lado, los demás hombres también desnudos, despertando en ese momento. Estábamos en una sala de unos tres metros de ancho por seis de largo. Las paredes eran de piedra, no había ventanas ni puertas. El suelo era de tierra. La única luz, parpadeante, venía de un fluorescente en el techo, un techo muy alto. En las cuatro esquinas había cuatro cams; sin duda nos estaban vigilando, quizás grabando. Me costaba pensar, estaba como cansado. No entendía nada. ¡¿Qué era aquello?! Los otros hombres parecían estar exactamente igual.
    
    Y no pasó nada. Por lo menos en ese momento. Simplemente estábamos allí. Cuando alguien empezó a hablar, pudimos escuchar perfectamente una voz, como en un altavoz, que decía: «Está totalmente prohibido hablar». Obviamente protestamos. Y entonces sentímos como un gas se iba adueñando de la sala. Y caímos rendidos, dormidos.
    
    Cuando desperté la situación había empeorado. Seguíamos en la misma sala, pero ahora estábamos todos en la pared, con los brazos y piernas en forma de aspa (como una cruz de san andrés sin la cruz de san andrés), con ...
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