1. LIBERTAD CONDICIONAL


    Fecha: 27/03/2019, Categorías: Dominación / BDSM Gays Autor: sigma2077, Fuente: SexoSinTabues30

    (Traducción del inglés)
    
    Desde que entré a trabajar en la nueva compañía sentí las miradas de rechazo de parte de mis compañeros. Todos me veían con caras de pocos amigos, hablé con mi supervisor a ver si podía cambiarme de área de trabajo, por lo menos de horario. Su respuesta fue negativa, alegando que nadie tenía trato especial en la empresa.
    
    Así estuve trabajando en una empresa donde se envasaban en latas frutos del mar. Mejillones, anchoas, atún, todo lo que se pase por la mente que viniera del mar.
    
    Al primer mes tuve un impase con unos de los de mi linea de producción, estábamos en el área de etiquetado. A la hora de almuerzo de nuestro turno coincidimos, él se sentó en una mesa para ocho personas que estaba completamente desocupada. Yo fui con mi bandeja a sentarme en la misma mesa, y su reacción fue decirme: Los negros que coman en el sanitario.
    
    Yo soy un afrodescendiente, mis rasgos, cabello y color de piel no pasan desapercibidos, menos en esa empresa donde la población afro era tan baja que nos contábamos con los dedos de una mano. Mido dos metros de alto exactamente, y peso alrededor de 190 kilos, el cuerpo que tengo se lo debo al trabajo duro en el campo, y al entrenar en la prisión, llegué a levantar más que mi peso en pecho, si saben a lo que me refiero. Tengo unos pectorales, brazos y espalda muy bien desarrollados, igual que mis piernas y glúteos. De mi dotación, no me quejo, tengo muy buena proporción con mi estatura, unos 24 centímetros de largo y unos 20 de circunferencia… Jajaja digamos que el ocio en la prisión me llevaba loco y me dio por tomar esas medidas. Además de ser lampiño totalmente, salvo por los vellos en el pubis, los cuales mantengo recortados y unos que crecen de las rodillas hacia los pies, los cuales siempre me he rasurado.
    
    Yo no hice caso y me senté, en el extremo opuesto a él y en diagonal. Apenas empecé a comer, se levantó dio la vuelta a la mesa y parándose detrás de mí, me hundió la cabeza en el plato de comida. Nadie hizo nada, nadie dijo nada, solo miraban. Y como si nada hubiera pasado seguían en lo que estaban.
    
    Yo me levanté y lo puse de espaldas sobre la mesa, su cintura quebrada y metí mis piernas entre las suyas separándoselas. Él me veía con incredulidad, nadie lo había enfrentado. Coloqué mi codo sobre su cuello, justo debajo de la manzana y me acerqué para sus sintiera mi aliento mientras le decía: Primera y última vez que me atacas. Sus ojos estaban abiertos como dos huevos fritos, estaba pálido completamente, y empezaba a sollozar, de pronto siento algo húmedo y caliente en mi muslo. Se había orinado.
    
    Lo solté y la que repartía la comida me hizo señas de que llevara la bandeja. Me dio mi ración nuevamente y me fui a la mesa. Él no me dijo ni media palabra, sólo comía.
    
    Luego del almuerzo me dirigía a seguir trabajando cuando escucho por los parlantes:
    
    Jacobo Rodríguez y Dean Johnson, se les solicita su presencia en la oficina del capataz. Éramos nosotros, fuimos a la ...
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