1. La Mansión


    Fecha: 23/08/2019, Categorías: Hetero Autor: Alex Blame, Fuente: TodoRelatos

    ... permite su abrigo?
    
    Nadia dio la espalda al mayordomo, sintiéndose un poco ridícula cuando el hombre la ayudó a librarse de la prenda. Aquella vivienda parecía una máquina del tiempo, con sus muebles antiguos, los pesados brocados y la enorme escalera de teca, que dominaba el hall. Por un momento sintió que había vuelto dos siglos atrás. El hombre guardó su abrigo en un armario y la guió por un largo pasillo. A medida que avanzaba, siguiendo las indicaciones del mayordomo, no pudo evitar apreciar el suelo de mármol blanco y negro cuidadosamente colocado, haciendo dibujos geométricos y las lámparas estilo art decó que colgaban del techo, creando un ambiente acogedor, pero a la vez cambiante y misterioso.
    
    La salita era una estancia cuadrangular, excepto la parte que daba a la fachada, que tenía forma de arco y estaba dominada por un espectacular ventanal que daba al jardín. A la derecha, unos troncos de madera, casi consumidos, ardían desmayadamente en el interior de una chimenea de mármol blanco. A pesar de ser una estancia amplia, la cantidad de muebles fotos y recuerdos que contenía, la hacían parecer pequeña y atestada. El único lugar relativamente despejado era una mesa redonda, al lado del ventanal cubierta, con un pesado mantel de brocado y con cuatro sillas.
    
    Una de las sillas estaba ocupada por una mujer mayor de edad indefinible. Al verla entrar se levantó con un gesto enérgico que desdecía su aspecto frágil. Nadia aprovechó para observarla con más detenimiento; vestía una bata de terciopelo color burdeos entallada, que acentuaba aun más la esbeltez de su cuerpo y la palidez de un rostro ovalado de ojos grandes, nariz aguileña y labios finos y temblorosos. Pero lo que más llamaba la atención era su cutis fino, sin apenas arrugas y su cabello blanco y brillante, recogido en una trenza dispuesta a modo de diadema. La anfitriona sonrió y con un ademan de una mano fina, tan cargada de anillos como de manchas de la vejez, le indicó una silla.
    
    —Buenas tardes, señorita De Guzmán. Ante todo, quiero darle las gracias por haber venido. No sabía si acudiría. —la saludó la mujer con un ligero acento anglosajón y estrechando la mano de Nadia con firmeza.
    
    —Es un placer, señora Woodenbrock. Su oferta ha sido muy generosa. —replicó ella sin que se le escapase el gesto de suspicacia del mayordomo.
    
    —Vamos, Sebastián. —interpeló al mayordomo la anciana, a la que no se le escapaba nada— Sabes perfectamente que tu ama no está chocha. Si he recurrido a esta mujer es precisamente para acabar con todas mis dudas. Si hubiese querido, hubiese contratado a cualquier vidente del tres al cuarto que hubiese confirmado todo lo que quería oír, pero he contratado a una científica. La parapsicología es una ciencia. Se estudia en las universidades y se maneja mediante criterios científicos. —le aleccionó la mujer— ¿No es cierto querida?
    
    —Así es. —respondió Nadia sentándose en la silla que la anciana le indicaba.
    
    —Sebastián, echa un poco de leña en la ...
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