1. Los sueños no se hacen realidad, son una realidad


    Fecha: 23/08/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... que ya no tengo frío y que el miedo está cediendo el paso al deseo. La mujer rubia debe haber visto mi cara y adivinado mis pensamientos y sus dedos vuelven a incursionar en mi sexo.
    
    —¿Te gusta?, —me dice mientras vislumbra mi cara de placer, y yo asiento con timidez y con remordimientos por estar disfrutando ante una situación completamente surrealista.
    
    Mientras las manos del hombre masajean mis tetas, percibo la dureza de su polla restregándose en mi cráneo. Noto como la mujer abre mis piernas y pasea su lengua por mis muslos subiendo progresivamente hasta que llega a mi raja. Se detiene un momento, no mucho, inmediatamente advierto como su lengua recorre la abertura arriba y abajo. Es la primera lengua femenina que lo hace, no sólo eso, sino también es mejor que el más experimentado de los hombres.
    
    Su compañero ha dejado de masajearme los pechos y entiendo por qué. Una enorme polla curvada cruza a lo largo de mi cara y me pongo bizca contemplando su magnitud. Me doy cuenta de que tengo las manos libres, de hecho, no sé en qué momento me han liberado de los grilletes, lo cierto es que ahora tengo libertad de movimientos, puedo incorporarme y evaluar la situación, en su lugar, decido repasar con mi lengua dos enormes pelotas que cuelgan en mi boca y con la mano me apodero del enhiesto falo. Por un momento pienso en mi marido y la pesadumbre vuelve a azotarme. Tan sólo llevamos unos meses casados y no se merece esta putada. Quiero pensar que estoy siendo forzada a hacer esto, pero en realidad estoy deseando abrazar esa polla con mis labios. La lengua que sigue trabajando mis bajos apacigua momentáneamente mi desazón. Abro la boca para exhalar un gemido de placer y la verga se adentra buscando el calor de mi garganta. Es un pollón de buen tamaño, el más grande que ha visitado mis dominios en mi corta trayectoria sexual, y la verdad es que la situación ha dado un vuelco mayúsculo, de modo que lo que más deseo ahora es que me la meta hasta los higadillos, pero el extraño me coge la cabeza y me folla la boca durante un buen rato. Mientras mi boca acapara el mazacote, la lengua de su compañera desencadena mi orgasmo y me corro con movimientos espasmódicos en mis ingles. Noto como los caldos se desparraman y la mujer se afana libando mi almeja. Intento zafarme de la polla que arremete en mi garganta y tener libertad para gemir, pero me es imposible. Él me agarra con fuerza la cabeza y mueve sus caderas con ímpetu hasta que estalla dentro. La leche se me desparrama a borbotones por las comisuras de mis labios. No me gusta tragarme el semen. Siempre me ha dado cierto reparo hacerlo y es algo que mi esposo ha respetado, por el contrario, el extraño sigue expulsando su simiente y me obliga a tragarla. Su sabor amargo no me resulta desagradable, pero con la polla incrustada en el gaznate tengo dificultades para respirar. En cualquier caso, me ha dado mucho morbo que disparara su corrida en mi boca al mismo tiempo que yo gozaba de mi ...
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