1. El jugador


    Fecha: 21/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    ... a llorar como un niño. Reconozco que sentí lástima de aquel pobre hombre al que estaba humillando hasta el llanto. Pero si si novia no lo hacía, no sería yo quien le liberase.
    
    Ayudé a Ana a levantarse. Yo aún con la camisa y los pantalones en los tobillos. Ella solamente con sus braguitas negras de encajes. La acerqué hacia mi y la besé. Sin importarme los restos de mi lefa en su boca le metí la lengua muy adentro. Ella apretaba mi cabeza contra la suya agarrándome por la nuca. El tipo moqueaba sin dejar de llorar como un niño.
    
    Lancé a Ana contra la cama. Rio divertida cuando cayó sobre el colchón. Me terminé de desvestir y me arrodillé a los pies de la cama. Ante mí tenía el sexo rasurado de una doctora de 26 años. Joven, terso, jugoso. Su aroma era embriagador y la situación era tremendamente morbosa. La chica entregada, el novio humillado y yo triunfando.
    
    Pasé lentamente mi lengua por aquella rajita ardiente. Desde el ano hasta el clítoris arrancando a Ana un suspiro de placer. Seguí con la maniobra durante unos minutos. En cada pasada notaba como manaba más flujo de aquel joven coño. De fondo oía al gilipollas del novio moquear producto de la llorera, lo que lograba que me excitase más. Comencé a follarle el coño a Ana con mi lengua. Recorría cada pliegue de aquella cueva. Me relamía saboreando cada gota de flujo vaginal. Me entretuve en el clítoris. Pasé la lengua, primero despacio. Rodeándolo para terminar dándole pequeños golpecitos.
    
    Ana había cambiado los suspiros por gemidos, algo que Carlos, el novio, no soportaba:
    
    -¿Te está gustando, Ana?, No me lo puedo creer. Te comportas como una auténtica puta.
    
    Ella no respondía y me agarraba la cabeza enredando sus dedos en mis cabellos. Notaba como hacía presión en mi nuca para que no me separase de su coño. Yo trillé su botón de placer con mis labios y comencé a pasar la lengua por él todo lo rápido que podía. Ella comenzó a gritar. A retorcerse de gusto. Apretaba sus piernas entorno a mi cabeza. Su cuerpo comenzó a tensarse antes de arquear la espalda:
    
    -Joder cabrón, qué comida me estás dando… Sigue joder, que me corro…
    
    Justo antes de que llegara al orgasmo le introduje dos dedos, lubricados en su propio flujo, en el culo lo que terminó de derribar su resistencia. Se pellizcaba los pezones. Se amasaba las tetas. Movía las piernas. Y por fin gritó entregada al orgasmo:
    
    -Ahh, sííí. Dios que lengua tienes cerdo. Hijo de puta que bien mueves la lengua, cabrón.
    
    Sin dejar que se recuperara me coloqué sobre ella. Busqué su boca para comérsela y sin previo aviso le calcé la polla hasta lo más hondo de su vagina. Ella gritó de dolor. Mientras le mordía el labio inferior seguí con golpes secos de cadera. Incrustándole la polla en el coño. Sintiendo como nuestros pubis chocan, produciendo un excitante ruido que se mezclaba con mi respiración forzada, los ahogados gritos de placer de Ana y el llanto de Carlos. Imagino que la visión del culo de un tipo que está empotrando a tu ...