1. Noche de discoteca (II). El cabrón del portero


    Fecha: 21/08/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Valentino, Fuente: TodoRelatos

    ... pollón de la garganta-. - Pero tú prefieres pasar la noche aquí… pobrecita.
    
    Lo miré desde abajo, pero comprobé que no era una pregunta. Asentí igualmente. Él se sonrió.
    
    Tras un rato dejándome hacer, me agarró del pelo y, bruscamente, me apartó de su enorme falo. Me soltó un par de guantazos y me escupió en la cara.
    
    -Quítate la camiseta, quiero verle las tetitas a mi zorra mientras me la come.
    
    Cada vez que me insultaba me encendía más. Me quité la camiseta y dejé mis pectorales al aire. Tenía un cuerpo precioso, definido donde importaba y muy blanquito. Él, en cambio, era todo grasa. Pero me daba igual, solo quería que siguiera tratándome así. Cuando me acerqué para seguir mamando me detuvo. Se sujetó su pollón y, mientras golpeaba mi carita con él, me preguntó si quería más.
    
    -Sí, -Reconocí en voz baja, con la mirada gacha y la lengua fuera, sin atreverme a mirarle a la cara- quiero más.
    
    Levanté tímidamente los ojos para verle sonreír con su expresión chulesca.
    
    -Pues si quieres seguir chupando me vas a tener que comer las tetas un rato -Dijo, mientras se quitaba la camiseta, empapada ya en su propio sudor. Debió de advertir mi expresión de asco-. -Venga, imagínate que son las de tu novia… o las de tu amiguita Mariola.
    
    El gordo tenía unas tetas enormes, aunque no demasiado colgantes. Eran unos pectorales descomunales y supongo que muy trabajados, pero cubiertos por una capa bastante gruesa de grasa. Toda su piel estaba bañada de una grimosa pátina de sudor.
    
    -No, tío, por favor, eso no -Gimoteé-. Me da muchísimo asco. Ya me tienes aquí, donde querías. No me humilles más, deja que siga comiéndotela. Te lo estoy suplicando.
    
    El cabrón del portero volvió a sonreírse, consciente de que, me hiciese lo que me hiciese, yo ya no iba a ninguna parte.
    
    Me agarró del pelo bien fuerte, levantando un poco mi cabeza, y me atrajo hacia él. Pensé que me iba a aplastar contra su pecho, pero empezó a liarse conmigo a lo bestia. Yo estaba medio incorporado, aunque aún de rodillas, con las manitas en sus muslacos, dejando que me comiera la boca. Tenía una lengua muy áspera, y sabía a tabaco y alcohol. Invadía mi boquita con violencia, como si quisiera demostrarme que soy suyo, y que solo podía dejarle hacer. Me daba bastante asco, pero también muchísimo morbo. Raquel tenía razón: el cabrón besaba muy bien. Cuando acabó, me soltó, y yo mismo fui a comerle las tetas mientras seguía, como podía, pajeándole.
    
    -Joder, qué buena putita me he encontrado esta noche. Se resiste lo justo para ponerme más cachondo, y luego se deja hacer de todo. Cómeme el sobaco un rato, anda, que te va a gustar.
    
    ¿Se podía ser más prepotente? El tío era un puto gordo asqueroso y se atrevía a tratarme así, cuando debería estar él a mis pies por el privilegio de tocarme. Pero este cabrón parecía no valorar en nada la suerte de poder estar con un chico como yo.
    
    Mientras pensaba todo esto, ya tenía la cabeza incrustada en su axila, lamiendo con desesperación, ...
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