1. Noche de discoteca (II). El cabrón del portero


    Fecha: 21/08/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Valentino, Fuente: TodoRelatos

    ... de su miembro, y confirmé que nunca había visto una cosa igual. Mientras lo miraba, absorto, el gordo hizo alguna presión sobre mi cabeza, de forma que quedé más abajo, en cuclillas, casi sin darme cuenta. La toqué, y no me pude resistir a acariciar un poco su glande.
    
    - Muy bien, cerdita, sigue tocándola así. Usa la otra manita, comprueba lo que pesa.
    
    Dijo, mientras acariciaba mi mejilla, bruscamente, con su manaza sudada, como hizo en la entrada, al principio de la noche.
    
    Estaba enorme y muy dura, no entendía cómo alguien podía llevar esa cosa entre las piernas. El olor de aquel pollón se mezclaba con el que exudaba el gordo. Era muy fuerte, y creo que en condiciones normales lo habría encontrado nauseabundo, pero ahora mismo solo me encendía más. Me gustaba que me acariciara mientras seguía a sus pies, como si fuera su mascota, y estar tan cerca acentuaba la ya de por sí evidente diferencia de tamaño entre ambos, igual que frente al espejo. Me sentía pequeño e indefenso a su lado.
    
    Le hice caso, y acerqué la otra mano mientras seguía masajeando su glande. Comprobé, admirado, el peso de aquella cosa. Entre lo borracho que iba y lo cachondo que me estaba poniendo, empezaba a perder la noción de la realidad; era como si solo existiera aquel sucio cubículo, ese puto gordo maloliente y esa… ese pedazo de polla.
    
    Mientras estaba en mi pequeño trance, él arrastró la mano que tenía sobre mi mejilla hasta mi boquita y presionó mis labios con uno de sus dedazos. Yo cedí, abrí la boca y empecé a chuparlo, mientras lo pajeaba con ambas manos. Efectivamente, no abarcaban aquel mastodonte ni de cerca. Forzó la entrada de un segundo dedo, e introdujo ambos bastante profundo, provocándome una arcada, mientras con la otra mano me agarraba del pelo, impidiendo que me apartara. Ya me tenía. Sacó sus dedazos, llenos de mis babas, mientras yo tosía, esparció la saliva por toda mi carita y empezó a darme golpes, no demasiado fuertes, pero sí sonoros y humillantes, en una y otra mejilla. Yo estaba cachondísimo, y me sentía muy sumiso. Clavé las rodillas en el suelo mojado. Creo que ese fue el punto de no retorno: ahí firmé mi rendición. Saqué la lengua mientras me pegaba, como me gustaba que hiciera mi novia, y, con cada golpe, no pude evitar gemir un poco. Muy bajito, pero él se dio cuenta y volvió a sonreír, ufano. Cuando me arrastró del pelo hacia su polla, no me resistí demasiado, apenas lo suficiente para mantener algo de dignidad. En realidad, claro, quería comérsela, atragantarme con ella, como había hecho con sus dedazos.
    
    -Eso es, preciosa. Uff... Así, cómemela ¿Ves como era lo que querías? No sé por qué a algunas os cuesta tanto poneros de rodillas y empezar a mamar.
    
    Porque das asco -Pensé-. Porque no me mereces. Pero la verdad es que estaba disfrutando como una cerda. No llegaba a meterme más de la mitad en la boca, y solo lo conseguía porque él me forzaba. Era mucho más fuerte que yo, eso me gustaba. Apenas llevaría uno o dos minutos ...
«1...345...8»