1. Al calor del verano: cuernos y otras relaciones


    Fecha: 20/08/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Clara, Fuente: TodoRelatos

    ... y su amigo-cuñado habrían pensado lo mismo que nosotros y contestó que había que arriesgarse. ¡Bruno arriesgándose! Eso olía a chamusquina.
    
    Cuando llegamos a casa de los suegros, parecía que no hubiera nadie, pero cuando Bruno intentó desactivar la alarma, nos dimos cuenta de que no estaba conectada. Una de dos: sus padres se habían olvidado de conectarla o Yolanda estaba en casa.
    
    Subimos sigilosamente las escaleras que llevan al piso superior, donde están las habitaciones. A medida que nos acercábamos se escuchaban más y mejor los sonidos provenientes de la habitación de mi cuñada: gemidos de ella y la voz ininteligible de Raúl. Estaban tan entusiasmados, en plena follada que no se habían dado ni cuenta que habíamos entrado en casa. Puesto que soy muy curiosa y también morbosa, por qué negarlo, escuchar los gemidos de Yolanda me excitó. Me acerqué lo máximo posible para poder contemplar la escena, si es que mi vista me permitía distinguir algo en la oscuridad. Bruno se quedó en el rellano, al lado de la puerta de su habitación de cuando vivía allí.
    
    Joder con mis cuñaditos. Raúl estaba sentado en el cabezal de la cama y Yoli le estaba cabalgando, al tiempo que el chico le comía las tetorras, (al menos era lo que me parecía a mí). Veía ligeramente el perfil de ambos y como los melones de ella subían y bajaban rítmicamente al compás que marcaban las sentadillas sobre la polla de su novio. En el umbral de la puerta, desabroche el botón de mi short y como llevada por un automatismo, mi mano se coló bajo mi braguita buscando acariciarme el coño. Bruno me hacía señales desde donde estaba, pero el espectáculo era tan bestia que no podía dejar de mirar. Yolanda gemía y gemía. Raúl le decía cosas, pero no conseguía escucharlas. Sólo me llegaban las respuestas de Yoli: “sí; quiero más; no; aún no quiero; sigue…” Mi mano se movía cada vez más deprisa dentro de mis braguitas y Bruno gesticulaba a lo lejos intentando que le hiciera caso. El bufido de Raúl, y la deceleración de la cabalgada de Yolanda, dejaban a las claras que acababan de correrse los dos. En ese momento, yo me saqué la mano del conejito con tan mala suerte que el precioso y enorme reloj de runner que me habían regalado por mi cumpleaños, fue a chocar con una especie de macetero de mármol, que tiene mi suegra entre las puertas de dos habitaciones. Sonó y ellos se alarmaron. Abrieron la luz y me pillaron, junto a la puerta, con el botón del short desabrochado y la cremallera abajo, enseñando las braguitas y con el dedo mojado en los labios. Muy típico de Lara. Bruno ya había huido escaleras abajo. No me quedó más remedio que ponerme el disfraz de Lara Putita.
    
    L(Lara)-¡Muy bien chicos! Me encanta veros follar. Menuda parejita cachonda.
    
    R(Raúl)-¡Joder Lara! Te has vuelto mirona, tú también. ¿por qué no has entrado? Jajaja.
    
    Y(Yolanda)-¡Calla cerdo! Larita, guapa. ¿estás solita o mi pichulina guapa también estaba observando?
    
    L-Jajaja. Nooo. Tu pichulina se ha hecho caquita ...
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