1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (3)


    Fecha: 20/08/2019, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... reencuentro e insegura de enfrentarme a mi marido, tras más de doscientos días desde que se enteró de casi todo y yo, no saber luego nada de él. ¿Camilo estará tan nervioso como yo?
    
    Finalmente llego hasta el muro de piedra donde inicia el rompeolas, con la colilla de cigarrillo consumido entre mis dedos y el teléfono sin mensajes ni llamadas perdidas. A un costado, sobre una rama de un árbol de Watapana, medio escondido silba un turpial pecho-amarillo. Un macho cantándole a su hembra. Mueve y gira su cabeza negra de un lado para el otro como buscándola sin hallarla. Yo tampoco la veo por ningún lado. ¿Se le habrá escapado y estará ya con otro cantor?
    
    Jajaja… ¡Las tonterías que pienso! Aunque pensándolo bien, yo también me asusto al imaginar que otra persona pueda estar ocupando el espacio que yo dejé.
    
    Es mejor dar la vuelta y regresar, pues sigue haciendo frio. Algunas huellas de mis pies aunque ya con distinta forma, permanecen marcadas justo al borde donde se van deshaciendo entre la espuma de las olas. Más adelante ya no quedan mis rastros, pero si los granos de arena sobre el empeine de ambos pies, otros pocos por debajo de los talones y por supuesto, el recuerdo del porqué llegamos aquí.
    
    — ¡Peter, un gran hombre! —Con efusividad me comentó qué así se llamaba aquel holandés, cuando me propuso dejarlo todo y seguirle. Buscar nuevos horizontes –me dijo sonriendo– y disfrutar de un año sabático. — ¡Nos lo merecemos mi amor!
    
    Y yo acepté. ¿Por qué no? Separarnos por un tiempo de nuestras familias y dejar nuestros oficios en la capital, no era un mal plan, tras catorce meses de noviazgo, tres años de casados y con nuestro pequeño Mateo de tan solo dos añitos de edad. Tres meses después estábamos volando desde Bogotá a esta bella isla enclavada en las Antillas Neerlandesas.
    
    Perdido en sus íntimos pensamientos, casi sin mirarme al no apartar su vista del más allá azul y blanco, tras la ventanilla del avión, fue relatándome su historia, las vivencias ocurridas con aquel holandés que le presentó el indomable destino, como siempre lo hace, sin ningún aviso ni pedir permiso.
    
    — ¡Un padre para mí, amor! Sin que en realidad lo fuera. El verdadero nos había abandonado muchos años atrás. Por ello creo que se convirtió para mí, en una amorosa figura paterna tras el paso del tiempo y con amenas conversaciones espaciadas en las tardes, –sentados sobre el medianero muro del antejardín que separaba nuestras respectivas casas– colmadas eso sí de grandes anécdotas de un otrora buen marinero y posteriormente convertido en capitán de cruceros de lujo por el caribe; por supuesto plenas de sabios consejos que solo podrían salir de la boca del que ya ha conocido más de medio mundo, historias del alma de una buena persona con muchos días vividos, un tanto solitario al final de sus años pero con la certeza de haberla vivido con ganas y eso le otorgaba a Peter, una competente experiencia que me trasmitía serenidad y sus conocimientos. Era una amistad ...
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