1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (3)


    Fecha: 20/08/2019, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    3. Un regreso y mil recuerdos.
    
    4:15 am. Es la hora en que observo la pantalla de mi teléfono móvil. No he podido dormir bien, esporádicamente lo he logrado solo por ratos. Y no es por cansancio físico, ya que mil kilómetros y ciento cinco minutos de un apacible vuelo al atardecer, son una nimiedad frente a los casi siete meses de no saber nada de él. O quizás si, tras haber acumulado tantas horas de insomnio después de su marcha, el abandono de nuestro mundo en común, y por el peso de mi culpa que no me permite cerrar los ojos; esa angustia existencial que se va resbalando desde mis parpados cada vez que los cierro, sin aferrarse tan siquiera un poco en la depresión de mis ojeras, para por fin asentarse con plomiza comodidad sobre mis hombros, haciéndome sentir mala persona y tan dolorosa mi existencia.
    
    De pronto la culpa sea de esta ajena habitación, ni tan cálida ni muy fría. O su enorme cama para dos, siendo yo su única inquilina. Puede que sea también la dureza media del colchón, al cual no se amoldan bien mis caderas ni la espalda. Me siento al borde hacía mi izquierda, en un acto reflejo instintivo, como si mi marido estuviera ocupando su espacio a mi diestra. Ocho huellas dactilares repujan la piel en mi frente de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, mientras dos pulgares los soportan ejerciendo un poco de presión por debajo de mis pómulos, entre tanto analizo que la verdadera razón a mis desvelos es la falta de mi esposo. Me dan de nuevo ganas de llorar.
    
    ¡Es mejor ponerme en pie! Lo pienso y lo hago ipso facto, tan abruptamente que hasta parece chocante ante mi apatía por la vida en los últimos meses.
    
    Me acerco semidesnuda y descalza al ventanal que da acceso al balcón, descorro a medias las cortinas beige y los velos blancos por su mitad; por panorama observo al lejano horizonte de esta madrugada lóbrega y no veo para mí, nada claro; tan solo tenuemente iluminada la cercana playa y abajo hacia mi izquierda, una noctámbula pareja de enamorados tomados por las manos y recorriéndola sin premura, –felices hablando– entre risas, besos cortos y otro mucho más largo.
    
    Y se me sale de repente un melancólico suspiro. Mi fatiga es de otra índole, la emocional causante de mis jaquecas. No duermo bien hace tiempo y no me acostumbro a recostarme para descansar rodeada de tanta soledad. ¡Extraño tanto el calor que emana su piel! Culpable no es esta habitación ni su armonioso decorado, o el sonido de la fuerte marejada al azotarse contra el malecón. ¡Majaderas olas tan incansables y persistentes! Una y otra vez, como el palpitar de la vena en mi sien derecha. Ansiedad y estrés, las causas según mi médico. Medito en ello mientras doy la espalda al ventanal que ya he dejado entreabierto y me dirijo al baño para hacer pis. ¡Temor y angustia! creo yo, y mis tobillos permanecen esposados por el elástico estirado de mis panties. ¡Es el miedo casi palpable a su rechazo! pienso aun sentada y «patiabierta», mientras con detenimiento me ...
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