1. Lázaro, el nuevo vecino


    Fecha: 26/03/2019, Categorías: Gays Autor: Alejandro1987, Fuente: CuentoRelatos

    ... él también, por supuesto, cuál había sido el motivo de su distracción. Me hice «el sueco» y choqué mi vaso con el suyo y le disparé al rostro:
    
    –Que este sea un día inolvidable para los dos.
    
    –¡Ojalá! –me dice.
    
    –¡Te lo prometo! Y yo siempre cumplo, que conste. –le afirmé.
    
    –Por cierto, qué te pasó que vi que tienes un golpe ahí debajo de la cintura?
    
    –Ah, esto? –Y me bajo un poco el calzón o un poco bastante, que se vea mi vello púbico y le muestro. –Es que me di un golpe con la esquina de un buró en la oficina.
    
    –¿Y no te duele? Debías darte un masaje para que no se te haga un hematoma.
    
    –Sí, pero tendría que ir a consulta y ya sabes. A lo mejor se cura solo. Además, ya no puedo contar con Rebeca, después que Uds. se separaron.
    
    –Pero yo te puedo ayudar, siempre se aprende algo al lado de una doctora. –sonríe– ¿Tú no crees?
    
    –Pues la verdad, verdad, no estoy muy seguro. Yo tuve una novia pianista y te juro que no sé tocar ni el Do, Re, Mi.
    
    –¡Eres tremendo embustero! Eso te lo acabas de inventar, ¡Tramposo! –Los dos reímos a carcajadas.
    
    –¿Y qué necesitas para curarme? –Le pregunto, todavía riéndome de la broma.
    
    –Un poco de gel lubricante y que te acuestes en la cama y te bajes un poco los calzoncillos.
    
    –Oye, eso me resulta bastante excitante, no crees? –Le digo mientras le alcanzó el frasco de gel y me coloco bocarriba en la cama, mostrando la rigidez fálica que me ha provocado. Ya no oculto las inmensas ganas que tengo de singármelo. Él se sienta en la cama frente a mí y vierte unas goticas de gel en el lugar del golpe, comienza un masaje muy suave con la punta de sus dedos. Me echa más gel y me pide que me baje un poco más los calzones para no mancharlos.
    
    –Mira chamo, bájalos tú mismo de acuerdo a tus necesidades. Tú eres el que sabe –Ya yo estaba a millón, la pinga semejaba un mástil de una carpa de circo.
    
    –Si tú lo prefieres así… –y acto seguido me bajó por completo los calzoncillos y mi verga, como un resorte o una serpiente, se liberó del encierro y apuntó al cielo. Lázaro la apresó en sus manos y la acarició brevemente.
    
    Hambriento se la metió toda en la boca y la mamaba intensamente y me producía un placer inmenso. Se desnudó y se acostó a mi lado dándome sus nalgas bellas para que las disfrutara mientras no dejaba de chupar mi pingona. Se acomodó y me puso en mis labios su tremenda tranca tiesa. Ni siquiera podía imaginarme que aquel bello chico tuviera aquella maravilla de falo enorme para ofrecer. Me la metí casi toda en la boca, imposible más. Corría el riesgo de asfixiarme.
    
    Lázaro siguió mamándome la verga con deleite. Me pasaba su lengua por mis huevos y levantando un poco mi pierna, alcanzó a besuquearme el culo y lentamente me fue volteando y de momento estaba yo bocabajo y con mi culo al aire. Utilizó el gel para lubricarse los dedos y metérmelos por el culo. No sé si tres o cuatro, qué sé yo. Lo único que sí sé es que en menos de lo que canta un gallo, me tenía sometido a sus ...