Dr. Slipper y Mr. Hyde (III) - Relatos Eróticos

Dr. Slipper y Mr. Hyde (III)

... desalmado Alejo había realizado en el vientre de su amiga Caléndula.

¡Caléndula! ¿Eres tú? Pero ¿cómo es posible?

No me confundas con esa debilucha masoquista calientapollas. Yo soy Orquídea, la tigresa de La Habana. ¡Chúpame las tetas, matusalén!

Caléndula ¿Es el brebaje de Jekyll? ¿Cómo has podido hacer esa burrada, insensata? Suelta a ese viejo, que lo vas a matar.

No pienso matar a este viejo babuino, siempre que me llene el chocho hasta rebosar con su vieja simiente. ¡Vamos, abuelo! Mueve el culo, bombea en mi coño con tu vetusto báculo!

Rosita no salía de su estupor. Aquella aparición abultaba el doble que Caléndula; sus pechos se habían hecho inabarcables, con pezones gruesos como fresones gigantescos. También había crecido la cintura, dando un aspecto de buda psicalíptico a la pobre chica.

Pero lo mas chocante era la evolución del lenguaje. Caléndula, u Orquídea, se expresaba en un inglés cultísimo, aunque usaba términos de lo más procaces. Era como un híbrido de Óscar Wilde y Charles Bukowski, aunque el primero, con veinte años, aún estudiaba en su Dublín natal, y al segundo, le faltaban para nacer sus buenos 50 años.

¡Caléndula! U Orquídea, o como te llames. ¡Deja a ese hombre! Lo vas a matar, desgraciada.

No, no, déjala. Ya está bien así - suplicó Friedrich, que se afanaba por obedecer a su asaltante a pesar de su avanzada edad.

Ya has oído. Este macho viejo es mío, búscate otro semental, morena.

Rosita le hubiera dado dos tortas, pero aquella nueva oriental parecía más una luchadora de sumo que una geisha y prefirió no tentar a la suerte. Por otra parte, la colosa estaba cumpliendo la misión encomendada, mejor y con más gusto que ella misma.

¿Qué está pasando? - irrumpió Samantha escondiendo los documentos en un saquito que llevaba preparado debajo del vestido - pero ¿quién es esa?

Es increíble, pero se trata de Caléndula. La infeliz se ha bebido la poción de Jekyll. Ahora se ha convertido en una monstruosa ramera.

¡Por Dios! Esa niña está loca. Parece sacada del evangelio de San Juan.

Ostras, Sam. Me has de decir de dónde sale esa biblia, querida. Es mucho más divertida que la que Ricardo nos leía a Leonor y a mí.

Ya te lo contaré. Entonces, Leonor y el señor Karl…

Sin tregua, la muy zorra. Se lo está cepillando ahí dentro.

Pues creo que ya tengo lo que veníamos a buscar. ¡Eh, tú! Caléndula.

Or - qui - de - a. Ahhh !! - la muchacha se estaba corriendo al ritmo de la galopada que Friedrich le proporcionaba.

Como te llames, descabalga, que nos vamos.

De eso nada - contestó desenvainando el largo sable del teutón de su mojada funda - voy a por el otro. Ahora yo soy la más puta de todas y nadie se me va a oponer.

Pero ¿ Cómo habla esta niña ? Parece un libro abierto.

Es un efecto de la droga. Se ha hecho mas culta, pero es una bestia sexual desatada. Y, mira qué volumenes.

Es una inconsciente.

Las dos aventureras se apartaron al paso de Orquídea. No era cosa de ...