1. La despedida de soltera de mi hermana


    Fecha: 16/08/2019, Categorías: Lesbianas Autor: Slutty04, Fuente: CuentoRelatos

    ... sido la primera vez que posterior a la propuesta, la zorra sedienta de pija se le ponga frente a frente, se le arrodille y empiece a manosearle el bulto.
    
    Intentó pararme, pero seguí. Sentí como se ponía dura esa poronga ante mi tacto y él se dejó llevar. Le desabroché el pantalón y se lo bajé, él reía. Con los dientes le bajé los boxers y su verga se posó en mi cara.
    
    Era bastante grande, calculé unos 18 centímetros. Se veía muy bien.
    
    No medié palabras y empecé a chuparla, movida por el deseo de probar algo nuevo y además la sensación de sucia que me invadía. Jamás había estado con otro hombre y menos un desconocido.
    
    Él se sentó y yo seguí chupándosela, con más ganas que nunca y cada vez más caliente. El sabor de esa pija amarga, dura y venosa me encantaba. La metí hasta lo más profundo de mi garganta, me daba arcadas pero conseguí meterla entera.
    
    Algo que siempre me decía mi ex era que la chupaba muy bien y creo que esas habilidades quedaron demostradas cuando tras unos 5 minutos, la pija del stripper me explotó en la boca, llenándomela de semen calentito que tragué sin dudar.
    
    Ni bien terminé de deglutir la descarga seminal del extraño al cual le acababa de hacer un tremendo pete, escucho que se abre la puerta. Era la tía Rebeca, con una botella de vodka en la mano.
    
    "Pero mira vos a la putita esta jajaja la dejas sola un rato y le come la pija al primero que se le cruza".
    
    No tuve tiempo a reaccionar, me quedé inmóvil. Ni pude prestar atención al momento en que el asustado stripper salió corriendo. Mis ojos abiertos se fijaban solamente en mi tía, a la que miraba desde el suelo.
    
    Ella era de piel blanca, cabello oscuro y un cuerpo escultural. Tetas enormes, cintura pequeña y grandes nalgas firmes. Se veía imponente, por si altura y aparte siempre tuvo una presencia que genera algo de intimidación.
    
    "Vení acá, pendeja. Te voy a corregir. Venis a mi casa y andas de trola? Ahora vas a ver lo que es bueno, putita". Me decía, mientras me levantaba del brazo y me llevaba hasta la sala.
    
    Pensé que iba a llamar a mi mamá, que le contaría lo que hice y que me castigaría. Al final de cuentas, a pesar de mis 18 años, aún vivía con mis padres y estaba por terminar el colegio.
    
    Sus uñas pintadas de rojo se clavaban en mis brazos, los pasos de sus tacones retumbaban en la enorme sala con piso de mármol. Me tenía a mi en un brazo y la botella en la otra mano. Me hizo sentar en el sofá y se paró frente a mí, con los brazos cruzados.
    
    "A ver, decime. Qué te pasa, pendeja? Pensas que yo voy a poner mi casa para que una puta callejera como vos venga a chuparle la pija a un extraño?"
    
    No podía responder, estaba en shock. Me puse a llorar.
    
    Ella continuaba: "Ah, ahora te pones a llorar, puta. Hasta hace un rato le estabas tomando la leche a un desconocido y ahora te haces de la mosquita muerta".
    
    Entre sollozos le pedí que no se lo cuente a mi madre y le pedí perdón. Levanté la cara lentamente para mirarla y al hacer eso, lo que ...
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